Hola a todos.
Mi intención inicial con el personaje de sir Kyle Saint Leger era darle un final bastante sangriento. Era un libertino que había pasado por demasiadas camas. Un hombre que había llegado hasta aquel pueblo de la República de Texas (cuando Texas se independizó de México y no había pasado a formar parte de Estados Unidos) huyendo de un hermano que le odiaba y arrastrando tras de sí numerosos escándalos. La cosa no mejoró porque los escándalos le persiguieron, jugaba demasiado, bebía demasiado y le gustaban demasiado las mujeres. Y la única mujer de la que se había enamorado, Olivia, era la única que le rechazaba. Un amor puro y sincero que le llevó a intentar cambiar. A ser mejor persona. ¿Podía conseguirlo? ¿Podía tener un final feliz?
Quizás, porque me imagino a sir Kyle con el rostro de Robert Downey Jr., un actor que, al igual que él, ha descendido a los Infiernos para resurgir cuál Ave Fénix, quizás porque siento también cierta debilidad por este actor, me he animado a que aparezca alguien en la vida de sir Kyle.
No sé porqué nos gustan tantos los libertinos. Mi lado cínico me dice que nunca cambian. Mi lado más tierno me dice que todo el mundo merece una segunda oportunidad.
Os presento a las primas Abigail y Joanne Smith.
Abigail tiene veintiocho años. Es una mujer que se ha quedado soltera debido a un escándalo ocurrido en su juventud. Siente un infinito desprecio hacia los hombres y habla mal de ellos. Vive con sus tíos, los padres de Joanne, desde hace años.
Joanne es la prima de Abigail. Se trata de una joven de veinte años que adora a su prima. En un primer momento, piensa lo mismo que ella acerca de los hombres. Es una joven que está algo mimada por sus padres, pero tiene un carácter dulce.
En un primer momento, Joanne piensa que sir Kyle va tras su prima. Dada la malísima reputación que tiene, Joanne quiere defender a Abigail a toda costa. Pero las cosas no son lo que parecen. Y sir Kyle acaba enamorado. Pero enamorado de la adorable Joanne...¿Qué dirá la familia de ésta cuando se entere?
¿Acabará Joanne en brazos de sir Kyle?
He imaginado a Abigail con el rostro de Kelly Reilly.
He imaginado a Joanne con el rostro de Rachel MacAdams. Hay que imaginarla como rubia porque Joanne es rubia, pero Rachel, en su encarnación de Irene Adler, posee toda la frescura y la inteligencia que posee también Joanne.
¿Vosotros qué pensáis?
martes, 27 de enero de 2015
viernes, 23 de enero de 2015
FRAGMENTO DE "MÍA STELLA"
Hola a todos.
Aquí os traigo un pequeño fragmento de mi novela Mía Stella.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Mi hermana se ha enamorado.
A pesar de las circunstancias en las que Erin y Elliot se conocieron, el amor ha brotado entre ellos. Elliot corteja oficialmente a Erin. Viene con mucha frecuencia a visitarla. Todos los días, llega a casa un ramo de flores dirigido a Erin. Es Elliot quién le envía las flores.
Mi hermana está flotando en una nube. Y yo soy testigo de su alegría. Erin comparte su entusiasmo con Lydia. Sin embargo, hay algo que las aflige.
Los padres de Lydia están pensando en regresar a Inglaterra. Lydia no tiene ganas de volver allí. No recuerda gran cosa de Londres.
Siento que, de no ser por Olivia, me voy a quedar sola.
Pero no se trata sólo de Olivia, quien me hace compañía. Está también su hermano.
Freddie...La persona más callada que jamás he conocido. Freddie, que es un misterio en sí mismo.
Ya pienso en él con ese nombre.
El amor ha hecho que Erin florezca del todo. Su cabello de color castaño parece brillar a la luz del Sol. El color rosa nunca abandona sus mejillas. Sus ojos azules medianoche tienen un brillo especial. Elliot le comenta que lo que más le gusta es su nariz. Una nariz que es, en su opinión, perfecta.
Cuando estoy con ellos, me percato de que la mirada de Elliot se dirige en ocasiones de Erin a mí. Pienso que nos está comparando a las dos. Es algo normal, puesto que, en cuanto se haga oficial su compromiso con ella, no tardarán mucho tiempo en casarse.
De modo que seremos familia. Con el paso del tiempo, tendrán hijos. Víctor nadie sabe cuándo se casará.
Me he percatado de que mira mucho a Olivia. ¿Acaso se ha enamorado de ella?
Lo único que sé es que Freddie se marchará. Olivia ya está recuperada. Freddie ha hablado en varias ocasiones de regresar a la misión de Delhi donde vive.
La idea de que pueda irse me asusta. Pienso que no volveré a verle.
Freddie dice que va a echar de menos escucharme tocar el piano. Cuando interpreto una pieza al piano, pienso que estamos solos él y yo.
Al acabar, me besa las manos.
Freddie llora. Llora en silencio el recuerdo de su esposa muerta.
Yo no puedo luchar contra un fantasma.
Aquí os traigo un pequeño fragmento de mi novela Mía Stella.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Mi hermana se ha enamorado.
A pesar de las circunstancias en las que Erin y Elliot se conocieron, el amor ha brotado entre ellos. Elliot corteja oficialmente a Erin. Viene con mucha frecuencia a visitarla. Todos los días, llega a casa un ramo de flores dirigido a Erin. Es Elliot quién le envía las flores.
Mi hermana está flotando en una nube. Y yo soy testigo de su alegría. Erin comparte su entusiasmo con Lydia. Sin embargo, hay algo que las aflige.
Los padres de Lydia están pensando en regresar a Inglaterra. Lydia no tiene ganas de volver allí. No recuerda gran cosa de Londres.
Siento que, de no ser por Olivia, me voy a quedar sola.
Pero no se trata sólo de Olivia, quien me hace compañía. Está también su hermano.
Freddie...La persona más callada que jamás he conocido. Freddie, que es un misterio en sí mismo.
Ya pienso en él con ese nombre.
El amor ha hecho que Erin florezca del todo. Su cabello de color castaño parece brillar a la luz del Sol. El color rosa nunca abandona sus mejillas. Sus ojos azules medianoche tienen un brillo especial. Elliot le comenta que lo que más le gusta es su nariz. Una nariz que es, en su opinión, perfecta.
Cuando estoy con ellos, me percato de que la mirada de Elliot se dirige en ocasiones de Erin a mí. Pienso que nos está comparando a las dos. Es algo normal, puesto que, en cuanto se haga oficial su compromiso con ella, no tardarán mucho tiempo en casarse.
De modo que seremos familia. Con el paso del tiempo, tendrán hijos. Víctor nadie sabe cuándo se casará.
Me he percatado de que mira mucho a Olivia. ¿Acaso se ha enamorado de ella?
Lo único que sé es que Freddie se marchará. Olivia ya está recuperada. Freddie ha hablado en varias ocasiones de regresar a la misión de Delhi donde vive.
La idea de que pueda irse me asusta. Pienso que no volveré a verle.
Freddie dice que va a echar de menos escucharme tocar el piano. Cuando interpreto una pieza al piano, pienso que estamos solos él y yo.
Al acabar, me besa las manos.
Freddie llora. Llora en silencio el recuerdo de su esposa muerta.
Yo no puedo luchar contra un fantasma.
sábado, 10 de enero de 2015
ESCENA DE "HISTORIA DE DOS HERMANAS"
Hola a todos.
Me gustaría compartir con vosotros esta escena de mi novela Historia de dos hermanas.
En esta escena aparece lady Stella Dashwood, la madre de Joseph.
Conoceremos un poco su vida conyugal.
Siendo honestos, hay que decir que lady Stella llegó a amar a su marido, a sir Gabriel Dashwood.
Después de todo, habían estado casados durante mucho tiempo. Gabriel era el padre de sus tres hijos.
Le había dado muchas cosas a Stella. Había sido un marido fiel y leal. Y había llegado a quererla con el paso de los años.
La doncella soltó el cabello que lady Stella llevaba recogido en un moño muy apretado. Había recibido una carta de su nuera Serena, la esposa de su primogénito Colm. Serena se quejaba de su matrimonio con Colm. Casi culpaba a lady Stella por la esterilidad de su hijo.
-Esa mujer es una trepadora-opinó la doncella, refiriéndose a Serena-No quiere de verdad a su hijo, lady Stella.
La mujer se inclinó a darle la razón. La doncella procedió a cepillar el cabello de lady Stella. Poco a poco, se estaba llenando de hebras de color gris. El tiempo pasaba también por ella.
Se estaba haciendo vieja.
-¿Se sabe algo de sir Niall?-le preguntó la doncella.
-He recibido también carta de él-respondió lady Stella-Está de viaje por Roma. No tiene ganas de regresar a casa.
-Es todavía joven para sentar cabeza.
Pero Joseph ha sentado la cabeza, pensó lady Stella. Se ha casado con Selene. Y yo no he podido estar presente en su boda.
La mente de la dama voló hacia atrás en el tiempo.
Gabriel llevaba muerto seis años. Pero, incluso cuando sus hijos eran adolescentes, él seguía yendo a su habitación varias noches a la semana. Ella lo encontraba ridículo, pues le vino la menopausia no hacía mucho. Ya no podría tener más hijos. Gabriel no pensó lo mismo.
-Sólo quiero estar contigo, Stella-le decía.
Se metía en la cama con ella y la besaba con tanta pasión que lady Stella pensaba que se iba a derretir. Y no era mentira.
Todavía la seguía besando cuando salía de su despacho tras haber estado durante horas encerrado allí. Y Stella se sorprendía así misma correspondiendo a los besos que su marido le daba.
Gabriel la buscaba porque todavía la deseaba.
Los besos que le daba así se lo decía cuando se metía con ella en la cama. Era algo que Stella no entendía. Que no se atrevía a compartir con nadie. Porque era algo que sólo le pertenecía a ella. Sus susurros...Lo que se decían. El calor que despedía el cuerpo de Gabriel.
La forma que tenía su marido de besarla en el cuello. La forma en que lo hacía.
O cómo le brindaba con sus manos y con sus labios las caricias más exquisitas que jamás había conocido.
Los abrazos que le brindaba cuando la hacía suya.
Pensó en su hijo Colm. Gabriel estaría preocupado por él de estar vivo. Siempre había sido su ojito derecho.
Colm debía de conformarse con tener una esposa que se dejaba besar por él.
Serena añoraba los besos que su segundo marido le había dado.
Pero aquel hombre le brindaba sus besos a otra mujer. Le brindaba sus caricias a otra mujer. Era a otra mujer a quien abrazaba para hacerla suya.
Serena no terminaba de asumirlo, a pesar del escándalo que su segundo esposo había protagonizado al pedirle el divorcio. Pensaba que era su castigo. Ella había dado a luz a un niño que, por desgracia, había nacido muerto. Sospechaba que, a pesar de que estaba convencida de que Colm era estéril, también ella debía de ser estéril. No sabía qué más podía pensar. Serena estaba harta.
Lady Stella también estaba harta. De estar allí Gabriel, todo sería distinto.
Me gustaría compartir con vosotros esta escena de mi novela Historia de dos hermanas.
En esta escena aparece lady Stella Dashwood, la madre de Joseph.
Conoceremos un poco su vida conyugal.
Siendo honestos, hay que decir que lady Stella llegó a amar a su marido, a sir Gabriel Dashwood.
Después de todo, habían estado casados durante mucho tiempo. Gabriel era el padre de sus tres hijos.
Le había dado muchas cosas a Stella. Había sido un marido fiel y leal. Y había llegado a quererla con el paso de los años.
La doncella soltó el cabello que lady Stella llevaba recogido en un moño muy apretado. Había recibido una carta de su nuera Serena, la esposa de su primogénito Colm. Serena se quejaba de su matrimonio con Colm. Casi culpaba a lady Stella por la esterilidad de su hijo.
-Esa mujer es una trepadora-opinó la doncella, refiriéndose a Serena-No quiere de verdad a su hijo, lady Stella.
La mujer se inclinó a darle la razón. La doncella procedió a cepillar el cabello de lady Stella. Poco a poco, se estaba llenando de hebras de color gris. El tiempo pasaba también por ella.
Se estaba haciendo vieja.
-¿Se sabe algo de sir Niall?-le preguntó la doncella.
-He recibido también carta de él-respondió lady Stella-Está de viaje por Roma. No tiene ganas de regresar a casa.
-Es todavía joven para sentar cabeza.
Pero Joseph ha sentado la cabeza, pensó lady Stella. Se ha casado con Selene. Y yo no he podido estar presente en su boda.
La mente de la dama voló hacia atrás en el tiempo.
Gabriel llevaba muerto seis años. Pero, incluso cuando sus hijos eran adolescentes, él seguía yendo a su habitación varias noches a la semana. Ella lo encontraba ridículo, pues le vino la menopausia no hacía mucho. Ya no podría tener más hijos. Gabriel no pensó lo mismo.
-Sólo quiero estar contigo, Stella-le decía.
Se metía en la cama con ella y la besaba con tanta pasión que lady Stella pensaba que se iba a derretir. Y no era mentira.
Todavía la seguía besando cuando salía de su despacho tras haber estado durante horas encerrado allí. Y Stella se sorprendía así misma correspondiendo a los besos que su marido le daba.
Gabriel la buscaba porque todavía la deseaba.
Los besos que le daba así se lo decía cuando se metía con ella en la cama. Era algo que Stella no entendía. Que no se atrevía a compartir con nadie. Porque era algo que sólo le pertenecía a ella. Sus susurros...Lo que se decían. El calor que despedía el cuerpo de Gabriel.
La forma que tenía su marido de besarla en el cuello. La forma en que lo hacía.
O cómo le brindaba con sus manos y con sus labios las caricias más exquisitas que jamás había conocido.
Los abrazos que le brindaba cuando la hacía suya.
Pensó en su hijo Colm. Gabriel estaría preocupado por él de estar vivo. Siempre había sido su ojito derecho.
Colm debía de conformarse con tener una esposa que se dejaba besar por él.
Serena añoraba los besos que su segundo marido le había dado.
Pero aquel hombre le brindaba sus besos a otra mujer. Le brindaba sus caricias a otra mujer. Era a otra mujer a quien abrazaba para hacerla suya.
Serena no terminaba de asumirlo, a pesar del escándalo que su segundo esposo había protagonizado al pedirle el divorcio. Pensaba que era su castigo. Ella había dado a luz a un niño que, por desgracia, había nacido muerto. Sospechaba que, a pesar de que estaba convencida de que Colm era estéril, también ella debía de ser estéril. No sabía qué más podía pensar. Serena estaba harta.
Lady Stella también estaba harta. De estar allí Gabriel, todo sería distinto.
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