viernes, 31 de julio de 2015

ESCENA ELIMINADA DE "ME OLVIDÉ DE OLVIDARTE"

Hola a todos.
Cuando concebí al personaje de Ben Rice, el hombre que intenta hacer que Catherine olvide a Dillon en Me olvidé de olvidarte, quise que fuera un viudo sin hijos y que su primera mujer hubiese sido una aristócrata llamada Rachel.
Sin embargo, me pareció muy surrealista que un joven de origen humilde como Ben se casara en dos ocasiones con dos damas aristocráticas (no puedo decir cómo irá la cosa entre Catherine y él y he hablado de más).
De modo que he eliminado al personaje de Rachel y estoy remodelando su historia para convertirla en un cuento que verá la luz.
De momento, aquí os dejo con una conversación entre Ben y Catherine que no aparecerá en la versión definitiva de la novela.
Deseo de corazón que os guste.

-Si quieres, le podemos poner a nuestra hija el nombre de tu primera esposa-le sugirió Catherine una tarde.
            Estaban sentados en el sofá del salón.
            Ben respiró hondo.
-Puede que sea un niño-afirmó.
-¿Fuiste feliz con Rachel?-quiso saber Catherine.
-No sabría qué decir. Sólo sé que ella sí fue muy desgraciada conmigo.
-Eso no es posible. Eres un hombre maravilloso, querido. Me estás haciendo muy feliz.
-Cat, quise mucho a Rae. La conocía desde siempre.
-Conozco esa parte de la historia. Tan sólo quiero saber el resto.
-Nos entendíamos bien en el plano íntimo. Sin embargo, había cosas entre nosotros que nos separaban. Cat, Rae no estaba acostumbrada a vivir en una casita como la que vivíamos. Estaba acostumbrada a tener criadas a su servicio. No pensé en ella cuando nos fugamos a Gretna Green. Fui un egoísta.
-Os queríais.
-A veces, querer a una persona no es suficiente.
-En mi caso, me basta con que me quieras.

-Tendremos un hijo, Cat.

 

miércoles, 29 de julio de 2015

ESCENA ELIMINADA DE "MÍA STELLA"

Hola a todos.
Aquí os traigo una escena eliminada de mi novela Mía Stella. 
Como bien me dijo Citu hace algún tiempo, lo que he escrito no está escrito en piedra. Se puede corregir y revisar y cambiar lo que no me gusta.
Y en eso estoy siempre que tengo un rato de lugar.
Como no me gusta desperdiciar nada, he optado por subir este pequeño fragmento que he eliminado (no aparecerá en la novela) a este blog.
¡A ver qué os parece!

             Topsy decidió ingresar en un convento. Tenía vocación religiosa. No pude luchar contra eso. No se puede ir en contra de la Voluntad de Dios. Freddie se lo repite una vez. Y otra vez…Lo hace cada vez que recuerda a Topsy.
            A Madison la amó con todo su ser. No dudó en casarse con ella. ¿De qué sirvió?
            Madison también está muerta. Unos salvajes la mataron. Y estuvieron a punto de matarle también.
            Cometió un error terrible con Tracy.
¿De verdad han pasado tantas mujeres por su vida? Amelia…
            Amelia está viva. 
           También Tom ya no está. Recuerda la epidemia que hubo en el campamento. Tom sucumbió a la misma. Como le ocurrió a Minnie.
            Como le ocurrió al bebé que Madison iba a tener.                                        

domingo, 12 de julio de 2015

EL DIARIO DE THEOLA

Hola a todos.
Hoy, os traigo lo que sería una anotación del diario de Theola Warrick.
Veamos qué lo que escribe.

ANOTACIÓN HECHA DESDE SU CASA EN LA ISLA DE SANTA ROSA:

                  He recibido carta de tía Kathleen. 
                 Estoy en el salón releyéndola por tercera vez. 
                 Recibo todas las semanas una carta de tía Kathleen. Ha oído diversos rumores acerca del comportamiento de Owen. Sé que Owen no es el marido ideal. Soy consciente de que no estoy enamorada de él. Al menos, no lo amo como sí amo a Dillon. 
                  Tía Kathleen me habla de prostitutas. De borracheras...De partidas de póker...Todo eso lo sé, aunque no lo haya visto. 
                 Los recuerdos golpean sin piedad mi mente. 
                 Me aferro a esos recuerdos con desesperación. Es lo único que me mantiene cuerda dentro de este tormento que es mi cerebro. Me grita que todo lo que estoy sufriendo me lo merezco. 
                  Cometí un terrible pecado. Herí a las dos personas que más quiero en el mundo. Merezco estar atrapada en un matrimonio sin amor. Merezco que Owen se vea con furcias. Pero yo intento volver la vista atrás. Quiero pensar que Dillon, en algún momento, pudo haber estado enamorado de mí. Quiero pensar que Cathy se interpuso entre nosotros. Sin embargo, en mi fuero interno, sé que es mentira. 
                  Sé que Dillon nunca estuvo realmente enamorado de mí. Sólo tenía ojos para Cathy. ¿Por qué no quise asimilarlo? 
                  Lo achaco a la edad que tenía en aquellos momentos. Apenas era una niña. 
                  Esto último es mentira. Brianna era una niña, igual que yo. ¡Y Bree está muerta! 
                  Me merezco que mi mejor amiga esté muerta. Todo lo que está pasando es el justo castigo que estoy recibiendo por mi maldad. A veces, deseo estar muerta. Brianna tendría que estar viva. ¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué he de vivir yo con esta inmensa culpa que me está consumiendo poco a poco? Mi cabeza hace que reviva una y otra vez el pasado. 
                  Vuelvo al pueblo. 
                 Nadie sabe que estuve enferma los primeros días que pasé en Pensacola. 
                 Yo veía a Cathy en los brazos de Dillon. Y sabía que había estado en sus brazos. 
                 ¿Cuántos abrazos se dieron cuando nadie les veía? ¿Cuántos besos compartieron cuando estaban solos? 
                  Tía Kathleen me contó que no paraba de delirar. Que pedía a gritos perdón a alguien cuando me subía la fiebre. No era fiebre lo que tenía, pienso ahora. 
                   La rabia me había consumido. 
                   El saber que Dillon tocaba a Cathy me volvió loca. 
                   A mí sólo me había besado en las mejillas. Me había dado algún que otro tirón de la trenza con la que solía llevar mi cabello castaño recogido en ocasiones. 
                   Nunca pude apoyar mi cabeza en su hombro. 
                  Nunca pude demostrarle lo mucho que lo amaba. 

                   Hay algo en tu corazón que no te deja vivir, Theo. Nunca me has contado lo que ocurrió en el pueblo. El porqué tus tíos se fueron tan deprisa llevándose con ellos a tu prima. 

                    No lo sabrá nunca, me juro a mí misma. 


                    Me da miedo contárselo. 
                    Owen debe de sospechar que algo raro me pasa. Por ese motivo, está tan alejado de mí. 
                   No quiere una esposa que esté siempre triste. No quiere que su mujer sea fría con él. 
                   No me doy cuenta cuando soy fría. Debo de cambiar. 
                   Owen llega a casa. 
                   Es una de las pocas criadas que tenemos quién le recibe. Mi marido parece venir contento. 
                  Quiero pensar que está sobrio. Ha habido veces en las que ha llegado borracho a casa. No me gusta que beba hasta llegar casi sin sentido a casa. 
                  Me besa con arrebato en los labios y parece que está sobrio. 
                  Nos sentamos en el sofá a hablar. En realidad, es Owen el que no para de hablar. Yo escucho cómo las olas parecen gritarme que soy una mala persona. Me dicen que Owen es bueno y que no me lo merezco. 
                   Owen me besa en la frente. 
-¿Te encuentras bien, Theo?-me pregunta con cariño-Te noto un poco distraída. Puede que estés enferma. 
-He recibido carta de tía Kathleen-le respondo. 
-Me imagino lo que quiere tu tía. Quiere que tengamos ya niños. Apenas llevamos casados un año. 
-Tienes razón. Tenemos mucho tiempo para aumentar la familia. 
                     Damos cuenta cada uno de una taza de café después de la cena. Quiere saber hasta el último detalle de lo que he hecho durante el día. A veces, el interés que demuestra Owen hacia mí me hace sentir aún peor. Porque ese interés demuestra que realmente está enamorado de mí. 
                   Me doy cuenta de que he cometido un error. Lo noto mientras las palabras brotan de forma lacónica de mi garganta. 
                    Lo noto cuando me coge la mano por encima de la mesa. 
                    Sus ojos brillan de una forma inusual. Me quiere contar todo lo que ha hecho durante el día. Está contento con cómo van las cosas en la compañía. Su protector quiere también pasarle una asignación, tal y como ha hecho su padrastro. Se siente muy afortunado. Y quiere compartir su fortuna conmigo. Me obligo a mí misma a sonreír. 
-Podemos irnos de viaje-me sugiere. 
-No me gustaría nada tener que abandonar Santa Rosa-le confieso-Me gusta mucho este lugar. 
-Es muy bonito. 
                       Nos retiramos a la habitación. 
                      Compartimos cama. 
                      Por la tarde, estuve dando un paseo por la orilla de la playa. Me sentí relajada. 
                     Caminé descalza. 
                     Contemplé cómo quedaban grabadas las huellas de mis pies desnudos sobre la arena. Sobre la arena blanca de la playa...En algún momento de mi paseo, me di cuenta de que estaba llorando. Me he convertido en algo que no soy. Una amargada...
                     Al meternos en la habitación, Owen me da a entender lo que quiere. Y lo que quiere es tener relaciones conmigo. Mi primer impulso es salir corriendo. Pero recuerdo que es mi marido. 
                      No quiero pensar en nada cuando estoy con él. Quiero olvidarme de que Dillon existe. Quiero que mi conciencia deje de torturarme. 
                      No sé cómo ha logrado desnudarme. Cierro los ojos cuando Owen empieza a quitarse la ropa. Me ha hecho que me acueste en la cama con mucha delicadeza. Es muy considerado algunas veces. 
                       Los labios de Owen se apoderan de mis labios y me besa con mucho ardor. Siento cómo me abraza al tiempo que empieza a besarme en el cuello.
                      Owen me demuestra de forma física lo mucho que me desea.
                       Sus manos recorren de manera febril mi cuerpo acariciándomelo. Siento cómo sus labios chupan mis pezones con suavidad.
                       Quiere que yo disfrute. Y, ¡qué Dios me perdone!, son muchas las ocasiones en las que lo consigue.
                       Llena de besos mi rostro. Mordisquea con suavidad el lóbulo de mi oreja. Besa uno de mis pechos con deleite.
                       Logra, al invadir mi cuerpo, que olvide todo. Al estrecharme entre sus brazos. Al hacer que me mueva a sus compás. Clavando mis manos en su espalda. Aferrándolo con fuerza.
                      Logra que olvide, durante unos minutos, todo lo que me atormenta.
                      Él yace dormido a mi lado. Me quedo durante unos instantes despierta. Las olas del mar vuelven a gritarme que soy una mujer malvada. Que le he hecho demasiado daño a la gente que realmente amo.
                       Lloro.
                       Lloro cuando estoy sola.
                       Escribo en mi diario.
                       Necesito desahogarme. No puedo decirle nada a Owen. Él piensa que lo amo. Y yo deseo de forma desesperada amarle.
                        ¿Por qué no puedo arrancar a Dillon de mi cabeza? ¿Por qué me atormenta su recuerdo? ¿Por qué no olvido la imagen de Cathy llorando cuando le hice daño? ¡Fue mi culpa! Todo lo que está pasando es mi culpa. ¡He destrozado dos vidas! ¿Cómo puedo ser feliz si soy una miserable? 

sábado, 11 de julio de 2015

EL DIARIO DE SAMANTHA

Hola a todos.
Empiezo a subir a este blog lo que yo considero que son las anotaciones de los diarios de los protagonistas de esta historia.
No van a aparecer en la saga, eso ya lo digo.
Sin embargo, considero que es bueno que veamos qué es lo que pasa por sus mentes en determinados momentos y que nos lo cuenten ellos.
Empecemos por uno de los que, para mí, es de los personajes más queridos de esta saga: Samantha.

                                   Contemplo desde la ventana de nuestra habitación los barcos que salen del puerto. El mar está en calma y apenas hay un suave oleaje. Yo todavía no puedo creerme que sea una mujer casada. Soy la esposa de Dillon O' Hara.
                               Me repito una y otra vez para mis adentros que ya no soy lady Samantha Wingfield. Ahora, soy Samantha O' Hara. ¡Hasta suena bien ese nombre!
-Dímelo otra vez-le pido.
-Mi querida Samantha O' Hara-dice Dillon.
-No me canso de escucharlo. ¡Oh, Dillon! ¿Te puedes creer que estemos casados?
-¡Soy tuyo, Sam!
                              Tenemos esta conversación mientras estamos en el jardín. He plantado unos lirios. Le cuento a Dillon que no tardarán en florecer. Quiero cultivar el jardín que rodea nuestra casa igual que quiero cultivar nuestro matrimonio.
-El amor es como una flor que hay que regar todos los días-le aseguro.
-No dejaremos que nuestro amor se marchite-me promete.
                               Siento que estoy en una nube. Lo que me está pasando no puede ser real. ¡Pero es real! Tengo la sensación de estar metida de lleno en una de las novelas de amor que me gustan leer. Que yo soy la protagonista.
                             He encontrado al hombre con el que pienso compartir el resto de mi vida. Ya sólo me falta que lleguen los hijos. Quiero tener muchos hijos con Dillon.
                              Han pasado apenas unas semanas desde que Dillon y yo contrajimos matrimonio.
                              Una gaviota surca el cielo. La veo lanzarse en picado al mar. De pronto, sale del agua. Parece llevar un pescado en la boca para comer.
                              Lo considero una señal maravillosa de que todo va a ir muy bien en mi matrimonio. Mi corazón me dice que Dillon y yo podemos hacer realidad todos nuestros sueños. De momento, mi mayor anhelo es poder darle un hijo.
                             Disfruto cuando salimos a pasear cogidos de la mano.
                             Me he acostumbrado a la vida tranquila que se respira aquí. Sé que tendremos que regresar antes o después a Londres. Sin embargo, me he dado cuenta de que la vida en la capital me aburre.
                            No encontré el verdadero amor en ninguno de los bailes a los que asistí. Al principio, ir a bailes me entusiasmaba. Yo era una debutante. ¡Acababa de ser presentada en sociedad!
                           Fue muy emocionante hacer mi reverencia ante la Reina.
                          Hay un piano de cola en el salón.
-¿Nunca tocas el piano?-me pregunta Dillon.
                          Él está sentado en su sillón favorito leyendo The Times. Yo estoy sentada en el sofá leyendo el Ladies' Journal. Miro el piano de cola. Lo cierto es que nunca se me ha dado nada bien la música. Soy una nulidad para ese menester. Prefiero hacer otras cosas.
-No me gusta nada tocar el piano-le respondo-Lo cierto es que desafino horrores.
-¿No te han dado clases de piano?-quiere saber Dillon.
-Tuve un profesor de piano. Pero duró apenas unos meses. El pobre terminó tirando la toalla conmigo.
-Entiendo.
                                  Dillon no suele hablar de su antigua vida. Me habla mucho de su familia. Pero no quiere contarme si hubo otras muchachas antes de conocerme a mí viviendo en su corazón. Vivían bastantes personas en su pueblo natal. Vive allí mucha gente.
-Dillon...-le llamo-Me gustaría hacerte una pregunta.
-¿De qué se trata?-me interroga él.
-Pues...
-Adelante...
-Nada...Olvídalo.
                          No quiero pensar que Dillon pudo haber bailado con otra joven antes de conocerme a mí.
                          No quiero pensar que sus dedos entrelazaron unos dedos que no eran los míos.
                          No soy celosa.
                          Soy consciente de lo rápido que ha ido todo entre Dillon y yo. No hace ni un año que nos conocemos. Y no hace ni dos meses que estamos casados. Sin embargo, tengo la sensación de que le conozco desde siempre. Que ha estado toda la vida a mi lado. Siento que me pertenece por completo. Que es sólo mío.
                            Y me aterra la idea que pueda dejar de amarme. Me aterra pensar que haya otra mujer ocupando su corazón.
                             Algunas noches, me he fijado en que llora cuando está durmiendo. Quizás, sí haya habido alguien más en su vida.
                             Quizás, haya amado a otra joven cuando vivía en su pueblo natal. Una muchacha.. Como yo...
                            O, a lo mejor, no era como yo. Sería distinta a mí.
                            Sabría tocar muy bien el piano. Interpretar a la perfección piezas de Mozart.

 

                                Mi corazón da brincos de alegría cuando Dillon y yo estamos solos. Carrie, mi doncella, es muy discreta. No suele hablar mucho. Nos llevamos bastante bien.
                           De algún modo, nos entendemos casi sin hablar. Carrie cumple con su trabajo con eficiencia. Me gustan sus peinados. Son peinados sencillos. Pero, al mismo tiempo, son peinados elegantes. Sabe escoger bien los vestidos que he de ponerme. Incluso, me prepara el baño.
                           Echo de menos a mi familia. Les escribo con frecuencia. No es lo mismo. Yo vivo en otra lugar. Estoy lejos de ellos. Pero los llevo en mi pensamiento.
                            Excepto cuando Dillon y yo salimos a pasear en un faetón alquilado. En ese momento, sólo tengo ojos para él. Sólo escucho lo que él me cuenta.
-¡Este pueblo es el Paraíso!-exclama-¡Me encanta vivir aquí!
-Podemos quedarnos a vivir aquí para siempre-le sugiero.
-¿No te disgustaría no regresar nunca a Londres?
-Me he aburrido de Londres.
                           Dillon rodea mis hombros con su brazo para atraerme hacia sí y abrazarme. Hundo mi cara en su pecho al tiempo que rodeo mi cintura con mis brazos.
-¡Ay, Sam, no sabes lo mucho que te quiero!-me confiesa.
-Dímelo otra vez-le ruego-Por favor...
-Te adoro, Sam.
-Otra vez...
                            Dillon acaricia mi cabello con la mano.
                           Me besa en la frente. Me besa en las mejillas.
                           Finalmente, sella mis labios con un beso cargado de ternura. Yo correspondo a ese beso poniendo en él todo el amor que le profeso. Abro mi boca para que Dillon pueda explorarla con mi lengua. Para que beba de mi saliva. Para que disfrute de mi sabor.
                          Mi Dillon...

lunes, 6 de julio de 2015

¿Y QUIÉN PODRÍA SER ELLA?

Hola a todos.
Este fragmento tiene como protagonista a Tyler y a una enigmática joven.
Es un fragmento muy breve, pero deseo compartirlo con vosotros. ¿Quién podría ser ella? ¿Podría ser Brianna, su primer amor? ¿Podría ser otra joven?

                                       Le parecía un sueño el poder estar así con ella.
                                       Había sufrido durante demasiado tiempo al pensar en ella.
                                       Su corazón daba saltos de gozo al poder abrazarla y sentir que era real el cuerpo que estrechaba entre sus brazos. Al poder llenar de besos aquel rostro tan amado.
                                        Sus labios se apoderaron de los labios de ella con verdadero hambre. Ella le devolvió el beso con una pasión igual de fiera que la que él sentía. La joven pensó que, al besar a Tyler una y otra vez, las fuerzas volvían a su cansado cuerpo.
-Quédate conmigo-le susurró en un momento en el que sus labios se separaron apenas unos milímetros.
                                    No supo quién pronunció aquella frase. Quizás, fueron ambos los que hablaron.
                                    Y sus labios volvieron a encontrarse en un beso largo y ardiente que ponía fin a una ausencia demasiado prolongada.
                                     Una separación que había sido demasiado larga. Demasiado cruel para ambos...



                                   Estaban otra vez juntos. Sólo Dios sabía lo que les depararía el futuro. Pero no habría reproches.
                                    No habría nada de eso. No querían estropear aquellos instantes de dicha.

NOTA: Este fragmento lo tengo que trabajar más. Pero lo dejo aquí a modo de adivinanza.