sábado, 29 de marzo de 2014

RECIÉN CASADOS

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros este pequeño cuento en el que hablo un poco acerca de la vida de Brighid y Seosam cuando llevan poco tiempo casados. El cuento transcurre algún tiempo antes de partir hacia La India.
La acción transcurre en Slievemore, un pequeño pueblo de la isla irlandesa de Achill, que estuvo habitado hasta bien entrado el siglo XX.
Espero que os guste.

RECIÉN CASADOS

SLIEVEMORE, ISLA DE ACHILL, CONDADO DE MAYO, IRLANDA, 1819

-Lo único bueno que tiene esta casa es que es muy grande y nadie podrá oír tus gritos esta noche-le susurró Seosam al oído de su esposa.
                       Brighid se rió. Caminaban por el pasillo con destino a su habitación. 
                       Pasaron la noche compartiendo tiernas caricias, besos apasionados y fogosos abrazos. La risa de los amantes se oía por toda la casa. Compartían largas horas llenando de besos el cuerpo del otro. Los criados les escuchaban, incluso, desde el sótano donde dormían y se reían para sus adentros, ya que Brighid y Seosam acababan de contraer matrimonio. La madre del joven también sonreía para sus adentros. Su hijo había encontrado el amor. 

-Ha llegado carta para usted, milady-le informó la criada a Brighid, entrando en el salón. 
-¿De quién es?-inquirió la joven. 
-De una tal Sarah O' Hara. 
                          Brighid se encontraba tirada en el suelo, encima de una manta. Jugaba con el pequeño Víctor. La joven deseaba tener un hijo lo antes posible para darle un hermanito a Víctor con el que jugar. Sentía un verdadero cariño por el hijo de su marido. 
-¿Sarah me ha escrito?-se maravilló Brighid. 
                       Se puso de pie de un salto. 
-¡Me muero de ganas de saber qué dice!-exclamó Brighid. 
                       Rasgó el sobre con manos temblorosas. Todo el pueblo hablaba de la huída que había protagonizado Sarah Farrell junto a Sean O' Hara. Un joven de familia bien venida a menos se había fugado con una joven adinerada. Brighid extrajo un par de folios escritos de dentro del sobre.
                         Venían doblados. Los desdobló. Sus padres seguían indignados por el escándalo que había protagonizado Sarah. Brighid creía que su hermana estaba cometiendo un terrible error. Pero no era quién para juzgarla. 
                          Empezó a leer la carta. 

                         Todo está bien, mi querida Brighid. Hemos llegado a Estados Unidos. De momento, estamos viviendo en un hotel de mala muerte. Pero Sean piensa construir una pequeña casita para que podamos vivir allí. 

                        Brighid sintió cómo los ojos se le llenaban de lágrimas. 
-¿Se encuentra bien su hermana, milady?-le preguntó la criada. 
                         Brighid asintió. 
                         Sarah se morirá, pensó con angustia. Su hermana iba a llevar una vida muy dura. Sean era una bala perdida, como lo fue aquel inútil de su hermano mayor. Kell O' Hara se había suicidado recientemente. Su esposa, harta de todo, había decidido retirarse a un convento. 
                        La niñera de Víctor se hizo cargo del pequeño. Lady Stella entró en el salón. Fuera, rugía con furia una fuerte tormenta. Lady Stella hizo un comentario acerca de las olas del mar, que se elevaban tanto que parecían estar a punto de tragarse la isla. Brighid sujetaba con gesto sombrío la carta que le había escrito Sarah. 
-Ese hombre será la perdición de mi hermana-le comentó a su suegra. 
-Tu hermana está ciega de amor, mi querida niña-le recordó lady Stella-Cuando nos enamoramos, no somos capaces de ver los defectos de la persona a quienes amamos. 
                       Lady Stella tomó asiento en el sofá. 
-Quiero pensar que Sean no será tan inútil como su hermano-dijo Brighid, mientras empezaba a caminar con paso lento, pero nervioso, por el salón. 
                      Lady Stella contempló a su nuera. Brighid podía ser tan frágil como una muñeca de porcelana. Pero admiraba el amor inquebrantable que le profesaba a su familia. Sobre todo, a la loca de su hermana menor. 

 

-Tu hermana tiene más carácter que la esposa de Kell O' Hara-recordó lady Stella-No te preocupes por eso. Me has hablado mucho de ella. Tiene coraje. Las dos tenéis coraje. 
-Están en un pequeño pueblo de México-dijo Brighid-Creo que se llama San Ezequiel. Hace mucho calor allí. Tendrán que trabajar duro. Sarah no está acostumbrada a eso. 
-Saldrá fortalecida de esta prueba. No te preocupes. 
                      Lady Stella intentaba animar a su nuera. Sin embargo, sospechaba que algo malo podía pasarle a Sarah. Se había fugado con un auténtico impresentable. Pero estaba ciega de amor. Brighid podía entenderla. Ella también amaba a Seosam. 
-¡Brighid!-exclamó el joven entrando en el salón. 
                        Salía de su despacho, donde había pasado gran parte de la tarde revisando documentos. Sonrió al ver a su esposa desde hacía unas semanas. Se acercó a ella y la besó con amor. 
                        Brighid le dedicó una sonrisa trémula. 

                        A la tarde siguiente, Brighid y Seosam salieron a dar un paseo. A ella le llamaban mucho la atención las casas de piedra que formaban el pueblo de Slievemore. 
-He recibido carta de Sarah-le contó a su marido, conforme se iban alejando del pueblo subían por el monte. 
-¿Y qué dice?-inquirió Seosam. 
-Dice que está bien. Pero la conozco. Sospecho que va a ser muy desgraciada. 
                      Seosam percibió pesar en la voz de Brighid. 
                     Sarah jamás se había arrastrado antes por un hombre. Era capaz de afrontar cualquier desafío con la espalda erguida y con la barbilla bien alta. Pero esta vez todo era distinto. 
                       Se sentaron en el suelo, en una ladera del monte. Brighid estaba a punto de estallar en sollozos. Seosam lo percibió con temor. 
-Cuéntamelo-le pidió el joven. 
-Sean no le conviene para nada a mi hermana-se sinceró Brighid-Es un irresponsable y es tan inútil como lo fue su hermano, que en paz descanse. Sólo le destrozará la vida. 
-Comparto tus temores, amor mío. 
                      Brighid dio rienda suelta al llanto que llevaba todo el día anterior aguantando. 
-¡No quiero que mi hermana sufra por culpa de ese sinvergüenza!-afirmó-Pero ya es tarde. 
                        Seosam abrazó a Brighid y llenó de besos su rostro. Intentaba consolarla. 


                         Seosam sujetó a Brighid entre sus brazos y trató de consolarla. Derrotada y medio desmayada, Brighid apoyó la cabeza sobre el hombro de Seosam y lloró desconsoladamente. Por eso, te amo tanto, pensó. Porque eres leal. Porque amas de verdad a tus seres queridos. 
                      Hundió la cara en el pelo de Brighid. La besó en los labios. Deseaba tranquilizarla. 
-Todo les irá bien, cariño-le aseguró-Tengo fe en tu hermana. Sospecho que acabará enderezando a Sean. ¡Ya lo verás!
-¡Ojala tengas razón!
                             Seosam contempló el rostro de su esposa bañado en lágrimas.
                              Le cogió las manos. Se las apretó con fuerza. Se las besó repetidas veces.
                             Seosam volvió a besarle las manos y las retuvo durante un rato contra sus mejillas. El moño de Brighid acabó soltándose. Seosam le acarició el cabello. La besó en la frente. 
-Tienes razón-cedió Brighid-Pero Sarah es mi hermana menor. Y me angustia pensar que no es feliz. 
-Intenta pensar algo bueno de Sean-le sugirió Seosam-Puede que sea mucho más responsable de lo que fue su hermano en vida. Puede que él sí haga feliz a Sarah. 
-Mi hermana lo ama. Si él se ha casado con ella, debe de ser porque también la ama. Quiero pensar que la ama. Aunque...Tengo miedo de equivocarme. 
-Cuando el amor es verdadero, todo lo puede, Brighid. 
                         Mientras hablaba, con la mano que tenía libre, Seosam secaba las mejillas húmedas de Brighid al tiempo que se las besaba.
            Seosam apoyó la cabeza sobre las rodillas de su mujer, intentando disimular que estaba temblando.
            Las manos de Brighid acariciaron tiernamente la espalda de su marido.
            Brighid dejó de llorar al darse cuenta de que algo estaba mojando su falda y alzó la cabeza de Seosam. Le besó los párpados al darse cuenta de que estaba llorando y decidió comportarse como lo que había sido siempre. Como una mujer valiente.
            Seosam alzó un poco la cabeza y besó a su esposa en la mejilla. La besó repetidas veces en los labios. Luego, el siguiente beso que se dieron fue tan apasionado que se olvidaron del resto del mundo.


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