domingo, 2 de febrero de 2014

FRAGMENTO DE "UN AMOR PROHIBIDO"

Hola a todos.
Hoy, es un día bastante importante para mí por distintos motivos que explicaré en mi blog principal.
Antes de eso, me gustaría compartir con vosotros un nuevo fragmento de mi novela Un amor prohibido. 
El fragmento de hoy es muy triste y tiene que ver con Daphne.
Preparaos para llorar.

                    Kimberly vio llegar al señor Sweet con un cuerpo inerte en brazos. Otros hombres venían detrás de él. Un presentimiento se adueñó de la maestra.
-Señor Sweet…-murmuró.
            Miró el cuerpo que el herrero cargaba.
-¡Mire, señorita Mackenzie!-le instó el señor Sweet-¡Mire lo que ese hijo de puta le ha hecho a mi niña!
-¡Cielo Santo!-exclamó Kimberly.
            Estaba sobrecogida. Era Daphne.
            La chica tenía la falda manchada de sangre. Los ojos los tenía muy abiertos. La boca también la tenía muy abierta.
-Está muerta-observó.
            Kimberly estuvo a punto de desmayarse. Jack vio a su hermana ponerse pálida. Sin embargo, Sean se adelantó y cogió en brazos a Kimberly.
-Era alumna suya-le dijo Sean a Jack-Kimberly aprecia mucho a sus alumnos. Esto le ha afectado demasiado.
            Él y Jack metieron a Kimberly dentro de su casa. La sentaron en una silla. Kimberly volvió en sí. Pero el rostro de Daphne pasaba una y otra vez por su mente. Daphne estaba muerta. ¿Y cómo estaba Tyler? ¿Estaría bien?



             Tyler despertó sintiendo todo su cuerpo dolorido. Intentó incorporarse, pero le dolía todo el cuerpo. El doctor Castro estaba a su lado. Tyler se dio cuenta de que tenía el abdomen vendado. Había soñado con Daphne. Estaban juntos en el desierto. Y se estaban besando.
-¿Qué me ha pasado?-preguntó, con un hilo de voz.
-Descansa, muchacho-respondió el doctor Castro.
-¿Dónde estoy?
            A pesar de todo, Tyler reconoció el lugar en el que se encontraba. Su habitación…Tenía unos pocos muebles. ¿Cómo he llegado hasta mi habitación?, se preguntó Tyler. Recordaba estar en el desierto huyendo con Daphne. La había sacado de la diligencia. Y los dos iban huyendo a lomos de Altivo.
-¿Dónde está Daphne?-le preguntó al doctor Castro.
            Acompañó la pregunta con un gesto brusco que le hizo retorcerse de dolor.
-Procura descansar, muchacho-respondió el doctor Castro-Has sufrido un buen golpe. Te costará trabajo recuperarte.
            Tyler negó con la cabeza mientras repetía una y otra vez el nombre de Daphne.
-¡Tengo que verla!-insistió el muchacho.
-No puedes ver a Daphne, hijo-intervino Sean, que estaba en un rincón de la habitación.
-¿Por qué no, padre?
            Sean bajó la vista. No se atrevía a contarle a su hijo lo que realmente le había pasado a su novia. Era demasiado duro.
            Dillon oyó un terrible alarido que le heló la sangre.
-¡No te levantes!-le pidió Olivia.
            Ella también se había sobresaltado al escuchar aquel grito.
-¡Es Ty!-exclamó Dillon.
-No te muevas-insistió Olivia-Padre y el doctor Castro están con él. Descansa.
            Dillon se sentía impotente.
            No podía levantarse de la cama.
            Le dolía todo el cuerpo.
            Sabía que algo malo le había pasado a Tyler. Había oído jaleo en el recibidor.
            Olivia no se separaba del lado de Dillon.
            No se atrevía a dejarle solo. Pero se preguntaba qué era lo que le había pasado a Tyler. Y quería conocer también la suerte de Daphne. ¿Estaría bien? ¿Por qué había gritado Tyler?
            Consuela entró en la habitación portando un cuenco con un poco de caldo que había preparado para Dillon.
-¿Qué le pasa a mi hermano?-le preguntó el muchacho-¿Por qué ha gritado?
            Olivia escuchaba en la habitación de Tyler sollozos incontrolados. Oía la voz de su padre pronunciando unas palabras que ella misma no alcanzaba a entender. Había cosas que ella no entendía. Sólo sabía que Tyler había raptado a Daphne. Más bien, había abordado la diligencia en la que ella viajaba. Y habían huido juntos. Luego, habían traído medio muerto a su hermano al rancho. Y ella estaba aterrada.
            Consuela obligó a Dillon a que bebiera el caldo y a que descansara un poco, mientras le aseguraba que Tyler estaba bien.
-Se queja porque está un poco dolorido-le contó-Pero nomás. Ahorita, descanse un poco.
            Dillon se bebió todo el caldo y Consuela le ayudó a recostarse en la cama. Olivia miraba en dirección a la habitación de Tyler. Cuando Dillon se quedó dormido de nuevo, la chiquilla se atrevió a dar rienda suelta a sus temores.
-Ty se está muriendo-se asustó-Le va a pasar lo mismo que le pasó a madre. A Dillon le pasó lo mismo. A los tres les han encontrado medio muertos. Madre murió. Y Dillon… Y Ty…
            Consuela se dio cuenta de que Olivia estaba temblando. Eran demasiados golpes para una niña en tan poco tiempo. Le cogió las manos.
-Su hermano no se va a morir, señorita-le aseguró-Pero va a necesitar toda la ayuda del mundo.
-¿Por qué?-inquirió Olivia.
-Se trata de la señorita Daphne.
-Sé que se escaparon juntos. Nora me lo contó.
-Nora es una chismosa. Pero tiene razón. Huyeron juntos. Se querían mucho. Y querían estar juntos. El padre de la señorita Daphne propició esta tragedia. ¡La pobre niña no quería irse!
-¿Qué ha pasado, Consuela? ¡Dímelo!
            Dillon estaba dormido. No se enteraba de nada. Olivia ahogó un grito cuando Consuela le contó que Daphne había muerto. Y no sólo eso. Se contaba por el pueblo que Daphne estaba embarazada cuando murió. Iba a tener un hijo. Un hijo de Tyler…
El recuerdo de su madre pasó a gran velocidad por la mente de Olivia. Ella también iba a tener un hijo cuando perdió la vida.
-¡Dios mío!-sollozó la chiquilla.
-No llore, señorita-la instó Consuela-Tiene que ser fuerte. Ahorita, no puede venirse abajo, chamaca. 

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