Hola a todos.
Hoy, es un día bastante importante para mí por distintos motivos que explicaré en mi blog principal.
Antes de eso, me gustaría compartir con vosotros un nuevo fragmento de mi novela Un amor prohibido.
El fragmento de hoy es muy triste y tiene que ver con Daphne.
Preparaos para llorar.
Kimberly vio llegar al señor Sweet con un cuerpo inerte en
brazos. Otros hombres venían detrás de él. Un presentimiento se adueñó de la
maestra.
-Señor Sweet…-murmuró.
Miró el
cuerpo que el herrero cargaba.
-¡Mire, señorita Mackenzie!-le instó el señor Sweet-¡Mire lo
que ese hijo de puta le ha hecho a mi niña!
-¡Cielo Santo!-exclamó Kimberly.
Estaba
sobrecogida. Era Daphne.
La chica
tenía la falda manchada de sangre. Los ojos los tenía muy abiertos. La boca
también la tenía muy abierta.
-Está muerta-observó.
Kimberly
estuvo a punto de desmayarse. Jack vio a su hermana ponerse pálida. Sin
embargo, Sean se adelantó y cogió en brazos a Kimberly.
-Era alumna suya-le dijo Sean a Jack-Kimberly aprecia mucho a
sus alumnos. Esto le ha afectado demasiado.
Él y Jack
metieron a Kimberly dentro de su casa. La sentaron en una silla. Kimberly
volvió en sí. Pero el rostro de Daphne pasaba una y otra vez por su mente.
Daphne estaba muerta. ¿Y cómo estaba Tyler? ¿Estaría bien?
Tyler despertó sintiendo todo su cuerpo
dolorido. Intentó incorporarse, pero le dolía todo el cuerpo. El doctor Castro
estaba a su lado. Tyler se dio cuenta de que tenía el abdomen vendado. Había
soñado con Daphne. Estaban juntos en el desierto. Y se estaban besando.
-¿Qué me ha pasado?-preguntó, con un hilo de voz.
-Descansa, muchacho-respondió el doctor Castro.
-¿Dónde estoy?
A pesar de
todo, Tyler reconoció el lugar en el que se encontraba. Su habitación…Tenía
unos pocos muebles. ¿Cómo he llegado hasta mi habitación?, se preguntó Tyler.
Recordaba estar en el desierto huyendo con Daphne. La había sacado de la
diligencia. Y los dos iban huyendo a lomos de Altivo.
-¿Dónde está Daphne?-le preguntó al doctor Castro.
Acompañó la
pregunta con un gesto brusco que le hizo retorcerse de dolor.
-Procura descansar, muchacho-respondió el doctor Castro-Has
sufrido un buen golpe. Te costará trabajo recuperarte.
Tyler negó
con la cabeza mientras repetía una y otra vez el nombre de Daphne.
-¡Tengo que verla!-insistió el muchacho.
-No puedes ver a Daphne, hijo-intervino Sean, que estaba en un
rincón de la habitación.
-¿Por qué no, padre?
Sean bajó la
vista. No se atrevía a contarle a su hijo lo que realmente le había pasado a su
novia. Era demasiado duro.
Dillon oyó un
terrible alarido que le heló la sangre.
-¡No te levantes!-le pidió Olivia.
Ella también
se había sobresaltado al escuchar aquel grito.
-¡Es Ty!-exclamó Dillon.
-No te muevas-insistió Olivia-Padre y el doctor Castro están
con él. Descansa.
Dillon se
sentía impotente.
No podía
levantarse de la cama.
Le dolía todo
el cuerpo.
Sabía que
algo malo le había pasado a Tyler. Había oído jaleo en el recibidor.
Olivia no se
separaba del lado de Dillon.
No se atrevía
a dejarle solo. Pero se preguntaba qué era lo que le había pasado a Tyler. Y
quería conocer también la suerte de Daphne. ¿Estaría bien? ¿Por qué había
gritado Tyler?
Consuela
entró en la habitación portando un cuenco con un poco de caldo que había
preparado para Dillon.
-¿Qué le pasa a mi hermano?-le preguntó el muchacho-¿Por qué
ha gritado?
Olivia
escuchaba en la habitación de Tyler sollozos incontrolados. Oía la voz de su
padre pronunciando unas palabras que ella misma no alcanzaba a entender. Había
cosas que ella no entendía. Sólo sabía que Tyler había raptado a Daphne. Más
bien, había abordado la diligencia en la que ella viajaba. Y habían huido
juntos. Luego, habían traído medio muerto a su hermano al rancho. Y ella estaba
aterrada.
Consuela
obligó a Dillon a que bebiera el caldo y a que descansara un poco, mientras le
aseguraba que Tyler estaba bien.
-Se queja porque está un poco dolorido-le contó-Pero nomás.
Ahorita, descanse un poco.
Dillon se
bebió todo el caldo y Consuela le ayudó a recostarse en la cama. Olivia miraba
en dirección a la habitación de Tyler. Cuando Dillon se quedó dormido de nuevo,
la chiquilla se atrevió a dar rienda suelta a sus temores.
-Ty se está muriendo-se asustó-Le va a pasar lo mismo que le
pasó a madre. A Dillon le pasó lo mismo. A los tres les han encontrado medio
muertos. Madre murió. Y Dillon… Y Ty…
Consuela se
dio cuenta de que Olivia estaba temblando. Eran demasiados golpes para una niña
en tan poco tiempo. Le cogió las manos.
-Su hermano no se va a morir, señorita-le aseguró-Pero va a
necesitar toda la ayuda del mundo.
-¿Por qué?-inquirió Olivia.
-Se trata de la señorita Daphne.
-Sé que se escaparon juntos. Nora me lo contó.
-Nora es una chismosa. Pero tiene razón. Huyeron juntos. Se
querían mucho. Y querían estar juntos. El padre de la señorita Daphne propició
esta tragedia. ¡La pobre niña no quería irse!
-¿Qué ha pasado, Consuela? ¡Dímelo!
Dillon estaba
dormido. No se enteraba de nada. Olivia ahogó un grito cuando Consuela le contó
que Daphne había muerto. Y no sólo eso. Se contaba por el pueblo que Daphne
estaba embarazada cuando murió. Iba a tener un hijo. Un hijo de Tyler…
El recuerdo de su madre pasó a gran velocidad por la mente de
Olivia. Ella también iba a tener un hijo cuando perdió la vida.
-¡Dios mío!-sollozó la chiquilla.
-No llore, señorita-la instó Consuela-Tiene que ser fuerte. Ahorita, no
puede venirse abajo, chamaca.
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