domingo, 23 de marzo de 2014

EL FRUTO PROHIBIDO (QUINTA PARTE)

Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros un nuevo trozo de El fruto prohibido. 
Continuamos viendo en este cuento la historia de amor entre Ethan Beckham y Lucía Parrado. Dos jóvenes que vienen de mundos muy distintos, pero que se aman por encima de todas las cosas.
Hoy, seguimos viendo cómo prosiguen los encuentros clandestinos entre Ethan y Lucía. Pero se añade un nuevo factor: Tracy, una joven de buena familia que está muy enamorada de Freddie.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                     Estaba amaneciendo y Lucía se sentía cómoda abrazada por Ethan en la intimidad del pequeño huerto. Nadie les veía. Pero debía de regresar a su casa lo antes posible. Aún así, se estaba muy a gusto con la cabeza apoyada en el pecho del joven. A veces, cuando el cuerpo de Ethan invadía su cuerpo, Lucía rezaba para quedarse embarazada. Creía que era la única manera de conseguir que su padre cediera.
                     Se apartó con desgana de Ethan. Se sentó en el suelo.
-Tracy Wallace lo sabe-dijo.
                      En un primer momento, Ethan estaba medio dormido y no supo de quién estaba hablando Lucía.
-¿Qué dices?-inquirió.
-Digo que Tracy Wallace lo sabe-contestó Lucía-Hace dos días, me abordó en el camino. Sabía que había pasado la noche entre tus brazos.
-¿Tienes miedo de que se lo diga a tu padre?
-Ella sólo pide que vea a Freddie. Que le cuente si lo he visto.
-Esa joven está obsesionada con mi hermano. No creo que Freddie esté enamorado de ella.
                      Ethan rodeó la cintura de Lucía y la atrajo hacia sí. Llenó de besos su rostro. Lucía hundió la cara en el hombro de Ethan.
                      Recordaba lo feliz que se había sentido la noche antes cuando su amado la estrechó entre sus brazos al tiempo que se dejaban caer al suelo. Lucía tenía los labios hinchados por los besos que se habían dado Ethan y ella.
-He oído que no está bien de la cabeza-prosiguió el joven al tiempo que Lucía y él se ponían de pie-Que oye voces.
-Pero pienso que puede curarse-opinó Lucía. Recogió su vestido del suelo y empezó a ponérselo encima de su camisola-El doctor Castro es muy buen médico.
-La enfermedad que la señorita Wallace parece no creo que tenga cura-se lamentó Ethan-Y me da lástima. Es demasiado joven y bella como para terminar en un manicomio. No es un sitio al que yo quiera ir.
-¡Ethan! ¿Cómo puedes hablar así?
-Porque es cierto.
                           El joven se puso la camisa y los pantalones. Lucía había conservado puesta la camisola. Él, en cambio, se había quedado completamente desnudo. Había besado a Lucía en el cuello la noche antes. Había mordisqueado el lóbulo de su oreja. Había llenado de besos sus hombros.
                         Lucía llenó de besos el rostro de Ethan cuando se hubo puesto el vestido. Los dos se fundieron en un beso largo y apasionado antes de separarse.
-¡Ojala podamos estar juntos algún día!-susurró Lucía cuando abrazó a su amado.

                    Ethan y Freddie se pasaron toda la mañana arrancando hierbas.
-Anoche, estuviste de nuevo con la señorita Parrado-comentó Freddie.
                    Ethan dejó de arrancar las malas hierbas. Pareció querer fulminar a su hermano con la mirada.
                   Tenía la sensación de que su relación con Lucía no era ningún secreto. Le asustaba un poco el silencio del señor Parrado. No temía por lo que pudiera hacerle a él. Pero sí temía lo que pudiera hacerle a Lucía.
-¿Es cierto que vas a escaparte con ella?-quiso saber Freddie.
-Yo sólo quiero estar con Lucía-contestó Ethan-Y te ruego que no menciones esto a nadie. Por el bien de ella...
-Está bien. Te prometo que no se lo diré a nadie. Pero deberías de hacer algo por si acaso tengo un sobrinito antes de tiempo.
-¡Oh, cállate!



                     Dejaron de arrancar las malas hierbas. Se pusieron erguidos. Un caballo se detuvo ante el pequeño huerto.
                      Vieron descender de él a una figura femenina que lucía un bonito vestido de amazona. Era Tracy Wallace.
-¡Freddie!-chilló la joven.
                    Fue corriendo hacia donde estaba el joven. Éste dejó caer las malas hierbas que había arrancado y que aún sujetaba al suelo. El ver a Tracy le había dejado sin habla. La joven se abalanzó sobre él. Lo abrazó con fuerza. Llenó de besos su cara.
-¡Por fin, puedo verte!-exclamó, loca de alegría.
                    Freddie no podía salir de su estupor. La visita de Tracy le había sorprendido, puesto que no se la esperaba. El rostro de Ethan estaba serio. No se reflejaba burla alguna ni en su gesto ni en su mirada.
                      Tracy se atrevió, incluso, a besar a Freddie en la boca de lleno.
-Tracy, no estamos solos-le recordó el joven, visiblemente abochornado.
-¿No te alegras de verme?-se angustió la joven.
-¡Por supuesto que me alegro de verte! Lo que pasa es que no me lo esperaba. ¿Este traje de amazona es nuevo? No te lo había visto antes.
-Fue un regalo de Abby.
                      Freddie besó a Tracy en las mejillas.
-Estás muy guapa con él puesto-la piropeó-Lo digo en serio.
-¡Gracias!-trinó Tracy.
                 

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