Hola a todos.
Hoy, os traigo la sexta parte de mi relato El fruto prohibido.
En esta parte, Lucía irá a visitar a Abby Wallace para hablarle de su relación con Ethan. Abby le advertirá que su hermana menor, Tracy, está perdidamente enamorada de Freddie y que eso puede ser terrible.
El mayordomo de los Wallace hizo pasar a Lucía al salón, donde se encontraba Abby.
-¡Mi querida Lucía!-exclamó Abby al verla entrar en el salón.
-Tenemos que hablar de muchas cosas-dijo Lucía-No sé por dónde empezar.
-Hablemos bajo. Tracy se ha retirado a dormir un rato la siesta.
-¿Ha sufrido otro brote?
-No...
Abby tomó asiento en el sofá y Lucía se sentó a su lado.
Notó cómo las manos de su amiga temblaban con cierta violencia y Lucía supo que Abby le estaba mintiendo.
-Quería ir a buscar a Freddie y padre se lo ha prohibido-se sinceró la joven.
Lucía lo entendió todo de pronto. Abby contempló uno de los cuadros que estaban colgados en la pared del salón. Aparecía una mujer de gesto serio y cansado. Era su madre. El cuadro fue pintado meses antes de su muerte. Abby era pequeña, pero aún se acordaba de ella. Siempre pensó que su infeliz matrimonio con el padre de sus hijos había acabado con ella.
-Pienso que padre se equivoca-afirmó Abby de manera tajante-Freddie puede ser quien cure a Tracy. Yo la noto más tranquila cuando está con él.
-Tu hermana se ha enamorado de un Beckham-observó Lucía-A mí me ha pasado lo mismo.
Abby se recostó en el sofá. La chimenea del salón estaba encendida y se oía el crepitar de las llamas. A pesar de que hacía calor en el salón, Abby tenía frío.
-¿Cómo están las cosas entre Ethan y tú?-le preguntó a Lucía.
-Desearía mucho poder quedarme embarazada-respondió la joven.
-¡Pero, si no estáis casados!
-Si me quedo embarazada, mi padre aceptará que nos casemos. Es cierto que no siente ninguna simpatía por Ethan porque es gringo, pobre e ilegítimo. Pero no querría tener un nieto bastardo. Aunque el padre sea un gringo pobre y bastardo.
-Es una forma de verlo. De todos modos, pienso que tanto Ethan como tú os habéis vuelto locos.
-Estamos enamorados, Abby.
-Me temo que no sé lo que significa estar enamorada, amiga. Padre no se preocupa en nada de Tracy. Me toca a mí velar por ella.
Lucía le contó que lo estaba pasando mal. Había pasado muchas noches en vela. Lloraba cada vez que discutía con su padre porque éste ya sabía lo que pasaba entre Ethan y ella.
-¡Me amenaza con enviarle lejos!-se quejó amargamente Lucía-Tiene familia viviendo en Tijuana. Dice que me enviará allí. Y que yo...¡No veré nunca más a Ethan!
Al pensar en la posibilidad de verse separada de Ethan, Lucía creía que se iba a volver loca.
-Aunque tú te quedes embarazada, tu padre nunca aceptará que te cases con Ethan-le quería hacer ver Abby-Puede que esté pecando de pesimista. Pero piénsalo un poco. Sospecho que tu padre sigue pensando que eres virgen y, aún así, desea enviarte a Tijuana. Por si acaso estás pensando en entregarte a Ethan.
-Es ya muy tarde-le recordó Lucía.
-Las dos lo sabemos. Tu padre es como el mío. Dos brutos insensibles...
-Lo terrible de todo es que no podemos hacer gran cosa para que cambien excepto enfrentarnos a ellos, aunque esté mal.
Al cabo de un rato, Lucía dijo que tenía que regresar a su rancho.
-Mi padre debe de pensar que estoy con Ethan y no tengo ganas de discutir con él-le contó a Abby-Dile a Tracy que deseo verla. Quizás, yo pueda ayudarla a ver a Freddie.
Tanto Abby como Lucía se pusieron de pie. Abby quería pensar que Freddie podía ser la cura que Tracy necesitaba. Era un joven dulce y paciente. Podía calmar los demonios que atormentaban a su hermana. Él podía curarla.
Lucía besó a Abby en las mejillas a modo de despedida.
-Así lo haré-dijo Abby.
-Y cuídate tú también-le pidió Lucía-También tienes que cuidarte, amiga. Por tu bien...
Uy esta e s una hermosa historia te mando un abrazo y te me cuidas
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