Hoy, me gustaría compartir con vosotros una escena eliminada de mi novela Como una letra escarlata.
Esta historia transcurre en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil durante la década de 1830. Cuenta la historia de dos hermanas, Mariana, rebelde e impetuosa, y Penélope, dulce y delicada. Dos hermanas muy distintas entre sí, pero que, en realidad, se parecen más de lo que parece.
En esta escena, vemos cómo un tranquilo paseo familiar se altera por un descubrimiento. No aparece en la novela porque el descubrimiento que aquí se menciona se hace de otra manera.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Alejandro había paseado por las calles de Guayaquil. Le acompañaba su familia. Mariana y Victoria. Él había sujetado en sus fuertes brazos la figura menuda de la niña. Victoria era alegre. Inquieta… Graciosa…Como Mariana…
-Te quiero-le había dicho su esposa-Eres el
mejor hombre del mundo. Me mimas demasiado.
-¡Mami, quiero un caramelo!-había intervenido Victoria-¡Necesito
comer dulces! ¡Me gustan!
-Te lo daremos más tarde, cariño-había dicho
Alejandro-No tenemos caramelos.
-¡Cómpralos!-había insistido Victoria-¡Cómpralos,
Alex! ¡Porfa…! ¡Porfa…! ¡Quiero caramelos! ¡Muchos caramelos! ¡Y quiero subirme
a los árboles! ¡Y saltar de rama en rama! ¡Quiero hacer muchas cosas esta
tarde!
Alejandro
había suspirado con resignación. Le estaba costando trabajo negarse a los
caprichos de Victoria.
Le
compró una bolsita de caramelos.
-La mimas demasiado-observó Mariana, de vuelta
a casa-No sé si eso será bueno para ella.
-Tú también la misma demasiado-replicó
Alejandro-No trates de negarlo. Entre los dos la tenemos muy consentida. Le
compras todos los juguetes que te pide. La habitación de Victoria está llena de
juguetes. Ositos de peluche…Muñecas…
-¡Gracias, Alex!-sonrió Victoria-¡Gracias!
¡Muchas gracias, Alex! ¡Eres muy bueno!
Alejandro
sonrió con timidez al oír el piropo que le había dicho Victoria y Mariana se
colgó de su brazo. Se sentía una persona respetable cuando iba con él. Era rica
y era respetable.
-¿Verdad que Alex es muy bueno,
mami?-apostilló Victoria.
-¿Tú quieres mucho a Alex?-le preguntó Mariana
a su hija.
-¡Mucho, mami!
-¿Lo quieres como un papá?
-¡Sí, mami!
-Me alegra saberlo, Vicky. Como ya sabes, tú
no tienes papá. Y eso te convierte en una niña muy especial. Tienes que querer
mucho a Alex. Algún día, él será tu papá. ¿Te gustaría que Alex fuese tu papá, Vicky?
Seguirías siendo una niña muy especial. Pero tendrías un papá. ¿Qué te parece?
-¡Sí, mami! ¡Porfa! ¡Quiero tener un papá!
¡Todas mis amiguitas tienen un papá! ¡Y yo también quiero tener uno! ¡Porfa!
¡Porfa! ¡Quiero un papá! ¡Porfa, mami! ¡Quiero a Alex! ¡Quiero que Alex sea mi
papá! ¿Lo será, mami? ¿Lo será? ¿Será Alex mi papá?
-Lo será. Algún día…Te pondrá sus apellidos.
Serás su hija. Y todo será bonito. Maravilloso…Nadie se meterá contigo, Vicky.
Mi niña…Y todo irá bien. Ya lo verás. Mi preciosa hija…Mi pequeña…Mi Vicky…
Los
recuerdos asaltaron la cabeza de Mariana.
Había
estado sola cuando nació Victoria.
Estuvo
sola mientras se recuperaba del difícil parto que a punto estuvo de costarle la
vida. Victoria era lo mejor que le había pasado nunca a Mariana. Lo supo en el
momento en el que la tuvo entre sus brazos. La quiso con toda su alma.
Pero
estaba la ilegitimidad de la pequeña.
Victoria
había nacido bajo el estigma de ser la hija bastarda de Mariana. No sabía quién
pudo ser su padre. Alejandro pensaba que había varios candidatos a ser los
padres de Victoria. Mariana se había ido a la cama con muchos hombres. El
último en caer en sus redes había sido él.
Amaba
con toda su alma a Mariana. Y adoraba a Victoria. Alejandro no tenía ninguna
duda al respecto. Iba a reconocer a Victoria como hija suya.
Sería
su hija.
Aquel
día, al volver del paseo, Victoria vio a Penélope llenando la cara de Álvaro de
besos y besándole con ardor en la boca y fue corriendo a contárselo a Mariana.
En aquel momento, Victoria no reconoció a Álvaro.
-¡Mami, la tía Pe tiene novio!-afirmó la
pequeña.
Mariana
no se lo creyó porque Penélope no se parecía en nada a ella.
Le
parecía una locura. Seguramente, Victoria se lo habría imaginado. La imaginación
de la niña era muy abierta. Podía llegar a ser un tanto febril.
-Será algún amigo, cariño-le dijo a Victoria-Tu
tía es aún muy joven para tener novio. No te preocupes. Será un amigo suyo.
-¡Pero no es su amigo, mami!-insistió Victoria-¡Es
su novio! ¡Estaban haciendo cosas! ¡Los he visto, mami! ¡No estaba con un
amigo! ¡Era su novio! ¡La tía Pe tiene novio y se van a casar! ¿Se va a casar
la tía Pe, mami? ¿Tendrá bebés?
Mariana
no sabía qué decir.
¿Qué
había visto Victoria?, se preguntó. Era obvio que había visto a Penélope en
compañía de alguien.
Mariana
quedó algo mosca tras escuchar lo que le había contado Victoria.
Su
hija nunca mentía.
¿Penélope?
¿Su hermana? ¿Con novio?
¡No!
¡No
podía ser! ¡Era imposible! ¿Penélope?
Mariana
se lo comentó a Alejandro. Él también se mostró escéptico. Incluso se echó a
reír.
Alejandro
conocía bien a Penélope.
O
eso creía.
Penélope
no era tan ardiente como lo era Mariana.
Después
de todo, había cortejado a Penélope. Había pensado en casarse con ella.
La
había…
¿La
había querido? No…No la había querido. Nunca había estado enamorado de ella. Era
demasiado fría para su gusto.
Mariana parecía estar
inquieta. Penélope era muy joven para tener novio. Además, era el polo opuesto
a ella. Intentó tranquilizarse. Quizás…Todo se tratase de un malentendido. Eso
es…Sí…Penélope no era tan apasionada como lo era Mariana. No era ardiente. Ni
fogosa. Ni impulsiva. No se parecía en nada a ella. Penélope no podía estar
teniendo una aventura amorosa. ¡Era imposible!
Uy se ve muy interesante,
ResponderEliminarHola Citu.
EliminarAunque estas escenas no aparezcan en la novela, sí te puedo decir que estoy contenta con cómo ha quedado.
Un fuerte abrazo.