Hola a todos.
No me he olvidado de este relato, de Los ojos llenos de lágrimas.
De momento, no sé cuándo lo terminaré.
Pero confieso que me gustaría verlo terminado algún día.
Os dejo con este fragmento en el que Kimberly y Emma se encuentran y hablan.
Kimberly era la única mujer honorable en todo el pueblo que se relacionaba con Emma.
La mujer había oído hablar de Kimberly. A pesar de que trabajaba como maestra en la escuela del pueblo, los vecinos recelaban de ella. La reputación de Kimberly estaba por los suelos. Vivía con hombres. Pero nunca llegaba a casarse con ellos.
Sin embargo, Kimberly era la mujer más decente que Emma jamás había conocido.
Aquella tarde, Emma aceptó salir a dar un paseo con Kimberly.
Sus pasos las llevaron hasta la orilla del riachuelo. Kimberly se agachó a coger una piedrecita. El sonido suave del fluir del agua era relajante. Y el agua se veía limpia y cristalina. Yo también deseo ser como ese agua, pensó Emma con dolor.
-Lamento mucho lo que le ha pasado a Sophie-dijo Kimberly-Perder a un hijo es lo peor que le puede pasar a una mujer.
-Eire...-murmuró Emma-Sophie estaba dispuesta a criarla en el saloon. ¡Era su vida! Las otras chicas han perdido los niños que engendraban. Los mataban en cuanto nacían. ¡Es espantoso!
-No sigas hablando.
-¡No es vida para un niño!
Kimberly lanzó la piedrecita al riachuelo. Contempló cómo caía al agua.
Emma tenía razón. El saloon era un lugar espantoso donde criar a un hijo.
Pero tampoco era vida para una mujer. Sophie se estaba dejando morir. Ya estaba enferma cuando nació Eire. Pero su hija la había dado fuerzas para seguir luchando. Le había dado una razón para vivir. Emma notó cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. También le estaban empezando a fallar las fuerzas a ella también.
-He oído que Marty viene mucho a verte-le comentó Kimberly.
-Es sólo un cliente más-replicó Emma.
-Es un buen hombre. Y tú eres una buena mujer. Los dos estáis muy solos.
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir que podrías casarte con Marty.
-Eso nunca pasará. Él nunca querría a una mujer como yo como esposa. Es un hombre decente y honrado. Merece una mujer decente y honrada. Y yo no soy ninguna de esas dos cosas.
Al terminar de hablar, Emma rompió a llorar.
jueves, 21 de agosto de 2014
miércoles, 20 de agosto de 2014
ESCANDALOSAMENTE TUYA
Hola a todos.
Aquí os traigo una historia corta que he escrito que es bastante subida de tono.
Se llama Escandalosamente tuya.
Vemos la relación pública que protagonizan dos amantes enloquecidos por el deseo.
Esta historia tiene algunos años. Creo que tiene unos catorce años. Tiene algunos fallos. Lo admito.
Aún así, deseo de corazón que os guste.
Aquí os traigo una historia corta que he escrito que es bastante subida de tono.
Se llama Escandalosamente tuya.
Vemos la relación pública que protagonizan dos amantes enloquecidos por el deseo.
Esta historia tiene algunos años. Creo que tiene unos catorce años. Tiene algunos fallos. Lo admito.
Aún así, deseo de corazón que os guste.
ESCANDALOSAMENTE TUYA
ISLA BARROW, ARCHIPIÉLAGO DE FURNESS, EN EL MAR DE IRLANDA, 1875
Hay un carruaje parado en mitad de la calle. Me extraña verle. No hay un cochero. ¿Dónde se ha metido el cochero?, me pregunto a mí misma. Alexandra y yo nos acercamos al carruaje.
A pesar del frío, a través de los cristales, se pueden ver a dos personas en el interior del carruaje medio desnudas, que no paran de besarse con ardor. El frío y la pasión empañan un poco los cristales del coche. Puedo reconocer a Penélope, que está cubriendo de besos la cara y el torso desnudo de su novio Austin; tengo la sospecha que no es la primera vez que hacen eso.
A pesar del frío, a través de los cristales, se pueden ver a dos personas en el interior del carruaje medio desnudas, que no paran de besarse con ardor. El frío y la pasión empañan un poco los cristales del coche. Puedo reconocer a Penélope, que está cubriendo de besos la cara y el torso desnudo de su novio Austin; tengo la sospecha que no es la primera vez que hacen eso.
No
quiero pensar en lo que están haciendo Penélope y Austin dentro del coche de
él. No quiero pensar en Penélope acariciando con sus manos el cabello negro de
él mientras lo atrae hacia ella…Mientras el cuerpo de ella lo reclama…Se
mostrarán voraces…Como si fuese la última vez…Hace demasiado frío como para
pensar en lo que están haciendo.
Alexandra me aleja de allí. Está horrorizada.
-¡Penélope irá directa al Infierno!-protesta.
-Se ha enamorado-la justifico.
-¡Me resisto a creer que defiendas a semejante inmoral, Marianne!
Alexandra y yo somos hermanas.
Alexandra es mayor que yo un año.
Estamos muy unidas. Vivimos con nuestra abuela. Es el único familiar que tenemos.
-Está enamorada-insisto.
-¡Pero lo que está haciendo está mal!-se horroriza Alexandra-¡No debería de hacer eso! ¿Qué espera? ¡Nunca se casará!
Estoy al tanto de la relación que mantienen Penélope y Austin desde hace algún tiempo. Un día, les vi juntos en un callejón en Steamer Street. Penélope estaba cubriendo de besos apasionados el rostro de Austin.
Alexandra me aleja de allí. Está horrorizada.
-¡Penélope irá directa al Infierno!-protesta.
-Se ha enamorado-la justifico.
-¡Me resisto a creer que defiendas a semejante inmoral, Marianne!
Alexandra y yo somos hermanas.
Alexandra es mayor que yo un año.
Estamos muy unidas. Vivimos con nuestra abuela. Es el único familiar que tenemos.
-Está enamorada-insisto.
-¡Pero lo que está haciendo está mal!-se horroriza Alexandra-¡No debería de hacer eso! ¿Qué espera? ¡Nunca se casará!
Estoy al tanto de la relación que mantienen Penélope y Austin desde hace algún tiempo. Un día, les vi juntos en un callejón en Steamer Street. Penélope estaba cubriendo de besos apasionados el rostro de Austin.
En
el suelo, junto a la puerta de la biblioteca, se encuentra Penélope. Está con
Austin. Los dos están muy juntitos. Él cubre de besos el rostro de ella.
Me
dirijo atónita hacia el lugar donde están Austin y Penélope besándose una y
otra vez sin parar, incluso mordiéndose el cuello y lamiéndose el uno al otro
la cara, y Charlotte esperándome.
Se
besan de manera tan ruidosa que casi no nos oímos Charlotte y yo hablar.
Pienso
en las veces que he visto a Penélope besarse con Austin en el pasillo o en el
recreo.
Penélope
habla de lo bien que besa Austin.
Una
cabeza de chorlito tonta (como llama mi abuela a Penélope) no
sería una de las primeras de la clase. No quiere que me acerque a ella. Le escandaliza verla en casa cuando la invito.
Alexandra tilda a Penélope de infernal. De
hecho, intenta esquivarla todo lo que puede. En cambio, como a mí me gusta su
compañía, intento pasar con ella el mayor tiempo posible.
Le
digo que tiene que estar acostumbrada a oírla hablar, porque la conoce desde
que eran niñas pequeñas. Alexandra cree que Penélope es un bicho. La llama así
a escondidas y yo le recuerdo que también Penélope tiene el don de criticar a
los que la critican. ¿O acaso Alexandra es tonta?
Alexandra no le hace caso a Penélope. Aunque frunce el ceño cuando mira a Penélope. Y
también la critica porque es miope y tiene que llevar gafas para ver mejor. El
problema está en que algunos chicos encuentran atractiva a Penélope porque
lleva gafas y la hace parecer misteriosa y no faltan chicos que la besan
durante los recreos.
He invitado a Penélope a que dé un paseo con Alexandra y conmigo. Mi amiga se enfada conmigo.
-¡Vas a conseguir que todo el mundo nos señale a nosotras también, Marianne!-me espeta.
-A mí me cae bien Penélope-replico.
Penélope sabe que estamos hablando de ella. Sin embargo, finge que no sabe nada. En el fondo, no es tonta. Tengo la sensación de que le gusta que hablemos de ella. Aunque, en su fuero interno, sepa que Alexandra está hablando mal de ella. Alexandra intenta caminar lo más lejos posible de Penélope. Tira de mí para que vaya a su ritmo.
-¡Me estás haciendo daño!-le espeto a Marianne.
-No voy a haceros nada malo-interviene Penélope-Marianne me ha invitado a que dé un paseo con vosotras.
-No le hagas caso a Alex-le pido-Está algo nerviosa.
-Y yo soy la causa de su nerviosismo.
-¡Vas a conseguir que todo el mundo nos señale a nosotras también, Marianne!-me espeta.
-A mí me cae bien Penélope-replico.
Penélope sabe que estamos hablando de ella. Sin embargo, finge que no sabe nada. En el fondo, no es tonta. Tengo la sensación de que le gusta que hablemos de ella. Aunque, en su fuero interno, sepa que Alexandra está hablando mal de ella. Alexandra intenta caminar lo más lejos posible de Penélope. Tira de mí para que vaya a su ritmo.
-¡Me estás haciendo daño!-le espeto a Marianne.
-No voy a haceros nada malo-interviene Penélope-Marianne me ha invitado a que dé un paseo con vosotras.
-No le hagas caso a Alex-le pido-Está algo nerviosa.
-Y yo soy la causa de su nerviosismo.
La
profesora le recuerda a Penélope que está en clase de Literatura. No se
encuentra en la clase de Derecho Penal, aunque no ignora que Penélope piensa estudiar
Derecho. Incluso se está preparando desde hace poco. . Me pregunto de dónde
saca tanto tiempo Penélope. Sale con sus amigas, va al teatro o a tomar el té al salón de té, sale con Austin, hace otras cosas con Austin…Y están sus
estudios. Saca muy buenas notas. Hace todos los deberes que se le mandan.
Entrega los trabajos a tiempo y muy bien desarrollados y presentados. ¡Y
estudia los libros de su hermana!
Yo me pregunto a mí misma lo mismo. ¿Dejarán que Penélope entre en la Universidad?
Yo me pregunto a mí misma lo mismo. ¿Dejarán que Penélope entre en la Universidad?
Alexandra gruñe cada vez que Penélope abre la boca porque le tiene envidia, aunque no
quiera admitirlo. Junto a Penélope. Las dos se llevan muy bien y no paran de
hablar.
La idea de crear un bufete de abogados con su
hermana es lo que más ilusión le hace a Penélope.
-D & D Abogados-comenta ella.
El
apellido de Penélope es Dirby.
-¡A mí!-se entusiasma Anna, que es amiga nuestra-Parece sacado
de una novela. A mí me gustan las novelas. ¡Qué emocionante! ¡Irás a la Universidad! ¡Tendrás un buen trabajo!
Anna palmotea. Alexandra frunce el ceño. Nos encontramos en el jardín de la escuela. Penélope nos mira con aire soñador. Somos un grupo de chicas de diecisiete años con las cabezas llenas de sueños.
Anna palmotea. Alexandra frunce el ceño. Nos encontramos en el jardín de la escuela. Penélope nos mira con aire soñador. Somos un grupo de chicas de diecisiete años con las cabezas llenas de sueños.
-¿Se va a llamar así el bufete que pensáis
crear tu hermana y tú?-interviene Alexandra-Puede que tengáis muchos problemas. Sois mujeres. Deberíais de pensar en buscar un buen marido. Aunque sospecho que no me vas a hacer caso.
-Sí, porque es nuestro apellido-contesta
Penélope-Nuestro apellido empieza por D.
-¿Admitiríais a algún socio?-pregunto.
-¿Masculino o femenino?-quiere saber Penélope.
Me
encojo de hombros.
-No importa-contesto-Hombre…mujer…
-No nos importaría tener socios-dice
Penélope-Y tampoco nos importa su sexo. Mientras sean buenos, lo demás no
importa.
-Me parece bien-opino.
-¡Qué bien!-se ríe Anna-¡Vas a ser
famosa! Lo presiento, Penélope…
-¡No exageres, Annie!-se ríe
Penélope-Prudence está en su primer año. Le falta mucho para terminar la
carrera…¡Y no hablemos de mí, que no hemos terminado la escuela! El año que viene, terminamos. Me da pena. Es verdad. Pero hay que ser realistas. Todavía falta tiempo.
-¡Así se habla!-exclamo-Haces bien. Tenemos todo el tiempo del mundo.
Penélope
me rodea los hombros con el brazo y me dice que no me preocupe, que hay tiempo.
-¿Qué me dices de ti, Alex?-quiere saber
Penélope-¿Qué vas a estudiar? ¿Quieres ser doctora? ¿Quieres ser ingeniera?
-Nada-responde Alexandra rápidamente-No pienso
estudiar en la Universidad. Es una pérdida de tiempo. Lo único que me interesa es buscar un marido en cuanto termine la escuela.
-¿No piensas estudiar una carrera?
Alexandra niega con la cabeza como si nada pudiese hacerla cambiar de opinión.
-No-contesta sencillamente-No.
En
esos momentos, a Alexandra no le importa la mala reputación que tiene Penélope. La ve como una igual. Como una chica con la que puede hablar.
Pero...Penélope está ciega. La ciega la pasión. La ciega el primer amor.
Pero...Penélope está ciega. La ciega la pasión. La ciega el primer amor.
-¿Y cómo piensas buscar marido?-le pregunta
Penélope.
-En cuanto me gradúe, iré a Londres, me
presentaré en sociedad, conoceré a la Reina y empezaré a ir a bailes-responde
Alexandra-Y, en un baile, conoceré a mi marido. Un aristócrata apuesto y rico...
-Y te casarás con él-apunta Anna-¿No es así?
-Me casaré con él. Tendremos muchos hijos. Es lo que se espera que haga. Mi abuela no desea que la defraude. Y espera lo mismo de Marianne.
Todas las miradas se posan en mí.
-¿Y tú qué dices, Marianne?-me interroga Penélope-¿Piensas igual que tu hermana mayor?
-Sí...-contesto.
-Y te casarás con él-apunta Anna-¿No es así?
-Me casaré con él. Tendremos muchos hijos. Es lo que se espera que haga. Mi abuela no desea que la defraude. Y espera lo mismo de Marianne.
Todas las miradas se posan en mí.
-¿Y tú qué dices, Marianne?-me interroga Penélope-¿Piensas igual que tu hermana mayor?
-Sí...-contesto.
La
clase de hoy de Biología ha tratado acerca de los órganos que tenemos dentro de
nuestro cuerpo. El profesor de Biología nos ha explicado la función de cada uno
de los órganos que tenemos dentro. Nos ha mandado hacer un dibujo de nuestro
cuerpo por dentro. Tenemos que colocar cada órgano en su sitio. Después,
tenemos que hacer un resumen sobre el tema. Explicar en qué consiste cada
órgano. Penélope habla de que se puede saber si ha habido un homicidio o no
dependiendo de la herida que presente una víctima. Nos ayudamos del libro de
Biología para hacer el dibujo y también para hacer el resumen del tema.
Termina
la clase y también termina la jornada escolar. En el pasillo, se encuentra el
novio de Penélope, que va a un curso por encima de nosotras, Austin. Alexandra se les queda mirando con cierta envidia. Yo procuro no mirarles y ocurre algo
inesperado que hace que me olvide de Penélope y de Austin. Desde el final del
pasillo, el profesor Jonathan Durham me hace señas para que me acerque a él;
miro a Alexandra y me excuso con ella diciendo que no tardaré mucho. Charlotte
se sienta en el suelo mientras veo como Austin y Penélope se sientan en un
escalón. No pueden dejar de besarse de manera apasionada mientras toman
asiento.
Oímos
un comentario que hace Penélope a modo de chiste, ya que acaba de bajarle la
regla.
Al
comentario que hizo Penélope le siguió una queja de Charlotte, ya que la regla
es un tema de conversación tabú para ella. Antes, hablar entre chicas acerca de
cuando les viene el periodo era un tema tabú. Sin embargo, en los últimos
tiempos, han perdido la vergüenza y se habla con gran naturalidad sobre el tema.
-¡Qué suerte!-suspira Penélope-Por lo menos, no estoy embarazada. ¡Dios mío! ¿Y cómo le explico a mamá que voy a tener un hijo?
-¡Qué suerte!-suspira Penélope-Por lo menos, no estoy embarazada. ¡Dios mío! ¿Y cómo le explico a mamá que voy a tener un hijo?
-Tú tienes a tu Austin-le recuerdo.
-Pero está jugando con los otros chicos.
-Ya sabes como son los chicos a la edad de
Austin: idiotas.
Penélope
se ríe y afirma que, al menos, Austin hace una cosa mejor que los demás chicos.
-¿Qué es?-le pregunto.
Penélope
va hacia donde está su novio y éste la besa con pasión…¡Delante de la clase!
Los
demás estallan en aplausos. El beso dura mucho.
La estamos viendo cerca de la Iglesia de San Juan. Es como estar leyendo una novela romántica. A mí me gusta leer novelas románticas. Donde la protagonista es hermosa. Donde se enamora del apuesto y peligroso pirata. Donde viven felices para siempre.
Pero los protagonistas son personas de carne y hueso. En concreto la loca romántica de Penélope y el loco romántico de Austin.
La estamos viendo cerca de la Iglesia de San Juan. Es como estar leyendo una novela romántica. A mí me gusta leer novelas románticas. Donde la protagonista es hermosa. Donde se enamora del apuesto y peligroso pirata. Donde viven felices para siempre.
Pero los protagonistas son personas de carne y hueso. En concreto la loca romántica de Penélope y el loco romántico de Austin.
Penélope
vuelve radiante a mi lado. Austin le ha hecho caso, aunque sólo fuera para
conseguir que todo el mundo se ponga como locos. Alexandra refunfuña algo entre dientes. Tiene que ver con los padres de Penélope.
-Lo tienes dominado-le digo a Penélope-Lo
tienes bien cogido por los huevos.
-Tienes razón-se jacta Penélope-Lo tengo
dominado y bien cogido por los huevos.
-¿Cuál es tu secreto?
-El sexo.
-¿El sexo?
-A los chicos les entusiasma el sexo. Y también
nos entusiasma a nosotras.
-Creía que eso…el sexo…Bueno…no nos gustaba…
-Son cuentos de viejas para asustar a las
chicas jóvenes. Nos gusta follar con chicos y hacer de todo con ellos. Pero hay
que hacerse un poquito las duras después de hacer con ellos todo lo que ellos
quieren. Es como tratar con un drogadicto que quiere su dosis diaria de heroína
o cocaína. Tú eres el camello y tu coño es la dosis que los chicos quieren. De
vez en cuando, tienes que subir el precio para conseguir que se postren a tus
pies.
-¡Increíble!
Bajamos
todos al recreo a descansar; tenemos dos recreos de media hora cada dos horas,
por lo que estamos más relajados.
-¡Penélope es una puta!-afirma Alexandra en
cuanto bajamos al recreo.
-Creo que le tienes envidia porque Penélope
tiene un novio tan atractivo como Austin y tú no lo tienes-apostillo.
-¡Eso no es verdad!
Alexandra piensa que Penélope es una puta porque no es virgen y tampoco le importa mucho
el no serlo.
Lo
cierto es que tanto Alexandra como yo envidiamos a Penélope porque ella está
enamorada y nosotras…¿nosotras qué?
-¡Es
abominable!-exclama Charlotte mirando hacia un lado.
-¿El qué?-quiero saber yo.
En
un lado, en el recreo, están Penélope y Austin. Prácticamente, están follando.
Y lo están haciendo a la vista de todos, como si nada les importase. No veo a
ningún profesor que impida que la película erótica que están Penélope y Austin
protagonizando se censure. ¡Madre mía! Veo la falda de Penélope subida hasta
las caderas. Se están acariciando por debajo de la ropa. Al mismo tiempo,
Penélope le está lamiendo la cara a Austin. La blusa de Penélope está medio
abierta y Austin le chupa el cuello mientras ella le desabrocha la camisa y se
la abre. Se besan con ardor en la boca y se recuestan sobre la hierba que crece
en el patio del recreo. Austin cubre de besos frenéticos el rostro de Penélope.
Me fijo en que no lleva puestas las gafas y pienso que, mientras se besaban de
manera apasionada, Austin se las quitó. Veo que Austin le abre la blusa a
Penélope y le besa los hombros. Ella le quita la camisa y la chaqueta a Austin,
que permanece con la corbata puesta. Lame el torso de su novio mientras le
oímos hacer a él ruidos raros.
-¡Qué asco!-exclama Penélope.
Yo
los miro besarse y manosearse con fascinación porque Penélope es una joven de
lo más audaz. Incluso deja que Austin termine de desnudarla de cintura para arriba para besarle y
lamerle los pechos delante de toda la escuela.
Las
manos de Penélope trastean en la bragueta de Austin. Él hace ademán de bajarle
las bragas…Yo aparto la vista y Charlotte me aparta de allí.
-¡Vámonos!-me dice mientras tira de mí hacia
el interior del instituto-¡Esto es una indecencia! ¿Dónde se ha visto semejante
guarrada?-Penélope y Austin gimen-¿En el teatro? ¿Por el amor de Dios? ¡Voy a vomitar!
-Pero ¿qué hacen?-pregunto-¿Está bien?
-¡Está mal!
Les
oímos gemir con fuerza.
-¿Por qué?-le pregunto a Charlotte.
La
respuesta de ésta queda ahogada por el grito agónico que lanzan Penélope y
Austin. Y también por los entusiastas aplausos que les dedican los demás.
-¿Ya han terminado?-le pregunto a Charlotte.
-Sí-responde ésta cabreada-El marqués de Sade puede haberse reencarnado en esos dos.
Le
desagrada también imaginar a Penélope en los brazos de su queridísimo Austin.
-No sé lo que pasó…se nos ocurrió de
pronto-responde Penélope muerta de risa.
-Te vimos el otro día-le dije a Penélope-En el
recreo…con Austin…
-¡Oh, Dios mío!-se ríe Penélope-¡Qué locura!
-Fue una experiencia tan emocionante que creo
que se la contaré a mis nietos…cuando los tenga, claro-afirma Penélope.
-¿Te dio vergüenza o no?-insisto yo.
-En ese momento, no me dio vergüenza y tampoco
me da vergüenza ahora-se jacta Penélope-Todo el mundo nos vio a Austin y a mí
follando como animales. Pero nadie le dio importancia porque los animales
también lo hacen en la calle. He visto a millones de perros follando en la
calle desde que tengo uso de razón. Tuvimos un calentón, pero ese calentón se
debió a que estamos locos de amor el uno por el otro-asegura Penélope.
-¿Y si te quedas embarazada?-pregunto.
-No hay problema alguno, querida-sonríe
Penélope-Austin utiliza un preservativo. Y, cuando no funciona, se descarga a un lado.
¡Dios mío!
Las tres hablamos en Island Road.
Nos detuvimos en uno de los muchos árboles que hay en esta avenida. Alexandra apoya la espalda contra el tronco del árbol. Está furiosa. No entiende cómo podemos ser amigas de Penélope.
Yo sólo sé una cosa. Siento envidia de Penélope porque ha encontrado un amor apasionado.
Las tres hablamos en Island Road.
Nos detuvimos en uno de los muchos árboles que hay en esta avenida. Alexandra apoya la espalda contra el tronco del árbol. Está furiosa. No entiende cómo podemos ser amigas de Penélope.
Yo sólo sé una cosa. Siento envidia de Penélope porque ha encontrado un amor apasionado.
FIN
miércoles, 13 de agosto de 2014
EL FRUTO PROHIBIDO (ÚLTIMA PARTE)
Hola a todos.
Todas las historias tienen un principio, pero, por desgracia, también tienen un final.
Hoy, os traigo la última parte de mi relato El fruto prohibido.
Para poder seguir leyendo la historia de amor entre Lucía y Ethan, la podéis leer en mis novelas Un amor imposible y Con el corazón roto.
Se puede decir, lo confieso, que estas escenas son más bien eliminadas de ambas novelas, pero no he querido desecharlas.
También ha sido un puedo y no quiero, porque pensé en un primer momento en emparejar a Freddie con Abby y, al final, no lo hice.
Es verdad. Hubieran hecho una bonita pareja.
Más adelante, le añadiré un epílogo. O eso espero.
De momento, os dejo con esta última parte.
Os agradezco de corazón las veces que habéis leído esta historia. Y vuestros comentarios también son muy importantes para mí.
¡Mil gracias por todo!
Ethan estaba agachado recogiendo patatas en compañía de Freddie. El Sol estaba en lo más alto del cielo.
El ruido de los cascos de un caballo llamó la atención de Freddie.
Reconoció a la joven que montaba a una yegua de costado. Le dio una palmada en el hombro a Ethan. Era Lucía.
-Ha venido a verte-le indicó.
Los dos dejaron de recoger patatas. Freddie dedujo que había llegado el momento de dejarles solos.
Se metió dentro de la casa.
-¿Qué estás haciendo aquí?-le preguntó Dawn, quien se encontraba partiendo unas zanahorias.
Lucía, al ver a Ethan, detuvo a su yegua. Desmontó de un ágil salto. El corazón de Ethan empezó a latir a gran velocidad al verla.
Los dos se fundieron en un fuerte abrazo nada más verse. Los labios de Ethan se apoderaron de los labios de Lucía con pasión. Estuvieron besándose durante mucho rato. Se besaron tan apasionadamente que Lucía pensó que se desmayaría. Rodeó con sus brazos el cuello de Ethan.
-Nadie entiende que lo único que quiero es estar contigo-se lamentó Lucía.
Se separaron apenas unos centímetros. Ethan pensó que, al menos, Freddie apoyaba aquel romance.
Sin embargo, Dawn no lo veía con buenos ojos. Creía que Lucía Parrado podía llevar a Ethan a la perdición. Contra su voluntad, el recuerdo de Dillon O' Hara pasó por la mente de Dawn. Dejó de pelar zanahorias. No quería pensar en el hijo mayor de Sean. Pero...Después de todo, era también hermano de sus hijos. Hermano por parte de padre...Dillon llevaba la misma sangre que llevaban Ethan y Freddie. Y, para su desgracia, Ethan se encontraba en una situación similar a la que había vivido tiempo atrás Dillon.
-A Dillon O' Hara le dieron una paliza hace unos años-le contó a Freddie.
-Livie me contó que se cayó del caballo al poco tiempo de morir su madre-recordó el muchacho.
-El chico le mintió. Le dieron una paliza porque se enredó con la ricachona inglesa. Luego...Se marchó del pueblo.
La prima de aquella joven, Theola, pregonó a los cuatro vientos que había visto a Catherine y a Dillon besándose en el granero de los O' Hara.
Dawn vio, a través de la ventana, a Ethan llenando de besos el rostro de Lucía.
Alguien podía sorprenderles besándose.
-Es un caso distinto, madre-le aseguró Freddie.
Fuera, Ethan no quería separarse de Lucía. Sentía mucho miedo. Pero admiraba el valor del que hacía gala Lucía.
-Siento que no te merezco-se lamentó-Vales mucho más que yo, Luci.
Ella le miró con adoración.
-Eres el hombre al que mi corazón ha escogido-afirmó.
Los dos se sonrieron. Volvieron a abrazarse.
Volvieron a besarse de manera larga y dulce.
Ethan pensó que valía la pena luchar por estar al lado de Lucía. La amo, pensó con decisión.
No pongo FIN porque la historia sigue en mis novelas.
Si me decido a hacer un epílogo, tendrá como protagonistas a Freddie y a Abby.
Todas las historias tienen un principio, pero, por desgracia, también tienen un final.
Hoy, os traigo la última parte de mi relato El fruto prohibido.
Para poder seguir leyendo la historia de amor entre Lucía y Ethan, la podéis leer en mis novelas Un amor imposible y Con el corazón roto.
Se puede decir, lo confieso, que estas escenas son más bien eliminadas de ambas novelas, pero no he querido desecharlas.
También ha sido un puedo y no quiero, porque pensé en un primer momento en emparejar a Freddie con Abby y, al final, no lo hice.
Es verdad. Hubieran hecho una bonita pareja.
Más adelante, le añadiré un epílogo. O eso espero.
De momento, os dejo con esta última parte.
Os agradezco de corazón las veces que habéis leído esta historia. Y vuestros comentarios también son muy importantes para mí.
¡Mil gracias por todo!
Ethan estaba agachado recogiendo patatas en compañía de Freddie. El Sol estaba en lo más alto del cielo.
El ruido de los cascos de un caballo llamó la atención de Freddie.
Reconoció a la joven que montaba a una yegua de costado. Le dio una palmada en el hombro a Ethan. Era Lucía.
-Ha venido a verte-le indicó.
Los dos dejaron de recoger patatas. Freddie dedujo que había llegado el momento de dejarles solos.
Se metió dentro de la casa.
-¿Qué estás haciendo aquí?-le preguntó Dawn, quien se encontraba partiendo unas zanahorias.
Lucía, al ver a Ethan, detuvo a su yegua. Desmontó de un ágil salto. El corazón de Ethan empezó a latir a gran velocidad al verla.
Los dos se fundieron en un fuerte abrazo nada más verse. Los labios de Ethan se apoderaron de los labios de Lucía con pasión. Estuvieron besándose durante mucho rato. Se besaron tan apasionadamente que Lucía pensó que se desmayaría. Rodeó con sus brazos el cuello de Ethan.
-Nadie entiende que lo único que quiero es estar contigo-se lamentó Lucía.
Se separaron apenas unos centímetros. Ethan pensó que, al menos, Freddie apoyaba aquel romance.
Sin embargo, Dawn no lo veía con buenos ojos. Creía que Lucía Parrado podía llevar a Ethan a la perdición. Contra su voluntad, el recuerdo de Dillon O' Hara pasó por la mente de Dawn. Dejó de pelar zanahorias. No quería pensar en el hijo mayor de Sean. Pero...Después de todo, era también hermano de sus hijos. Hermano por parte de padre...Dillon llevaba la misma sangre que llevaban Ethan y Freddie. Y, para su desgracia, Ethan se encontraba en una situación similar a la que había vivido tiempo atrás Dillon.
-A Dillon O' Hara le dieron una paliza hace unos años-le contó a Freddie.
-Livie me contó que se cayó del caballo al poco tiempo de morir su madre-recordó el muchacho.
-El chico le mintió. Le dieron una paliza porque se enredó con la ricachona inglesa. Luego...Se marchó del pueblo.
La prima de aquella joven, Theola, pregonó a los cuatro vientos que había visto a Catherine y a Dillon besándose en el granero de los O' Hara.
Dawn vio, a través de la ventana, a Ethan llenando de besos el rostro de Lucía.
Alguien podía sorprenderles besándose.
-Es un caso distinto, madre-le aseguró Freddie.
Fuera, Ethan no quería separarse de Lucía. Sentía mucho miedo. Pero admiraba el valor del que hacía gala Lucía.
-Siento que no te merezco-se lamentó-Vales mucho más que yo, Luci.
Ella le miró con adoración.
-Eres el hombre al que mi corazón ha escogido-afirmó.
Los dos se sonrieron. Volvieron a abrazarse.
Volvieron a besarse de manera larga y dulce.
Ethan pensó que valía la pena luchar por estar al lado de Lucía. La amo, pensó con decisión.
No pongo FIN porque la historia sigue en mis novelas.
Si me decido a hacer un epílogo, tendrá como protagonistas a Freddie y a Abby.
sábado, 9 de agosto de 2014
TAMARA
Hola a todos.
Hace algún tiempo, subí a este blog un relato mío que titulé En un momento de desesperación.
Es cierto que el tema que aborda no es nada agradable.
Tamara, la protagonista del relato, se entrega a los brazos de un hombre sin estar casada. Ese hombre la deja y Tamara descubre que está embarazada.
Casarse con don Gustavo sería una buena opción. Pero el hombre siente un ataque de pánico. No reacciona como Tamara esperaba. Y la joven siente que sólo tiene una única salida para protegerse de la vergüenza. Obra más por pura desesperación que por egoísmo. El pánico la domina.
Yo quería reflejar esa situación. Tamara vive en el siglo XIX.
El miedo a verse rechazada por su familia y por la sociedad puede con ella. A veces, queremos ver a personajes fuertes porque son dignos de admirar. Pero hay personajes que son débiles y que no queremos ver. Nos recuerda a nuestra propia debilidad.
¿Mi opinión?
La historia está escrita.
No pienso cambiarla.
Pero, mirándolo con perspectiva, don Gustavo debió de haber abrazado a Tamara.
Debió de haberle dicho que todo iría bien.
Don Gustavo habría obrado como un hombre valiente al casarse con ella. Pero, además de gente débil, como Tamara, tenemos también en el mundo a gente egoísta. Y don Gustavo es egoísta.
No es fácil de digerir. Pero es cierto. El mundo, además de gente valiente y fuerte, también está lleno de gente cobarde y débil. ¿Nos gusta? Es obvio que no nos gusta. Queremos ver a personas fuertes y valientes para que podamos sentir que nosotros también somos fuertes y valientes. Que podemos enfrentarnos al mundo. Y que podemos ganar.
La debilidad y la cobardía las rechazamos de pleno. Nos recuerda que también nosotros podemos ser débiles y cobardes.
Hace algún tiempo, subí a este blog un relato mío que titulé En un momento de desesperación.
Es cierto que el tema que aborda no es nada agradable.
Tamara, la protagonista del relato, se entrega a los brazos de un hombre sin estar casada. Ese hombre la deja y Tamara descubre que está embarazada.
Casarse con don Gustavo sería una buena opción. Pero el hombre siente un ataque de pánico. No reacciona como Tamara esperaba. Y la joven siente que sólo tiene una única salida para protegerse de la vergüenza. Obra más por pura desesperación que por egoísmo. El pánico la domina.
Yo quería reflejar esa situación. Tamara vive en el siglo XIX.
El miedo a verse rechazada por su familia y por la sociedad puede con ella. A veces, queremos ver a personajes fuertes porque son dignos de admirar. Pero hay personajes que son débiles y que no queremos ver. Nos recuerda a nuestra propia debilidad.
¿Mi opinión?
La historia está escrita.
No pienso cambiarla.
Pero, mirándolo con perspectiva, don Gustavo debió de haber abrazado a Tamara.
Debió de haberle dicho que todo iría bien.
Don Gustavo habría obrado como un hombre valiente al casarse con ella. Pero, además de gente débil, como Tamara, tenemos también en el mundo a gente egoísta. Y don Gustavo es egoísta.
No es fácil de digerir. Pero es cierto. El mundo, además de gente valiente y fuerte, también está lleno de gente cobarde y débil. ¿Nos gusta? Es obvio que no nos gusta. Queremos ver a personas fuertes y valientes para que podamos sentir que nosotros también somos fuertes y valientes. Que podemos enfrentarnos al mundo. Y que podemos ganar.
La debilidad y la cobardía las rechazamos de pleno. Nos recuerda que también nosotros podemos ser débiles y cobardes.
jueves, 7 de agosto de 2014
ANGELIQUE VOISIN
Hola a todos.
Os aseguro que Tyler O' Hara no es ningún libertino. Y lo mismo puedo decir de sus hermanos.
Pero, al igual que en el caso de Dillon, por la vida de Tyler desfilarán varias mujeres que le marcarán profundamente.
Dos de ellas son su primer amor Brianna y su esposa Jane.
A su regreso a Streetman, Tyler acabará metido en un triángulo amoroso entre dos mujeres. Una es una joven cuyo nombre no voy a decir, pero a la que Tyler conoce muy bien. La otra es otra joven que voy a presentaros a continuación.
Les presento a Angelique Voisin, una joven nacida y criada en Texas que llega a Streetman junto con su padre tras adquirir un rancho.
Angelique es una joven bella e inteligente. Su carácter está muy marcado. Sin embargo, su naturaleza es más bien tranquila. No soporta la violencia. Es sensata. Sin embargo, su mundo se vuelve del revés cuando conoce a Tyler O' Hara.
Entre ambos, nace una fuerte atracción. Sin embargo, Tyler también siente algo por otra mujer. Y no sabe por cuál de ellas decantarse.
He imaginado a Angelique con el rostro de la actriz Keira Knightley. Confieso que esta actriz me encanta. Es muy buena a la hora de dar vida a mujeres adelantadas a su tiempo, bellas, inteligentes y de carácter muy marcado.
Opino que podría ser una muy buena Angelique Voisin.
¿Qué opináis vosotros?
Os aseguro que Tyler O' Hara no es ningún libertino. Y lo mismo puedo decir de sus hermanos.
Pero, al igual que en el caso de Dillon, por la vida de Tyler desfilarán varias mujeres que le marcarán profundamente.
Dos de ellas son su primer amor Brianna y su esposa Jane.
A su regreso a Streetman, Tyler acabará metido en un triángulo amoroso entre dos mujeres. Una es una joven cuyo nombre no voy a decir, pero a la que Tyler conoce muy bien. La otra es otra joven que voy a presentaros a continuación.
Les presento a Angelique Voisin, una joven nacida y criada en Texas que llega a Streetman junto con su padre tras adquirir un rancho.
Angelique es una joven bella e inteligente. Su carácter está muy marcado. Sin embargo, su naturaleza es más bien tranquila. No soporta la violencia. Es sensata. Sin embargo, su mundo se vuelve del revés cuando conoce a Tyler O' Hara.
Entre ambos, nace una fuerte atracción. Sin embargo, Tyler también siente algo por otra mujer. Y no sabe por cuál de ellas decantarse.
He imaginado a Angelique con el rostro de la actriz Keira Knightley. Confieso que esta actriz me encanta. Es muy buena a la hora de dar vida a mujeres adelantadas a su tiempo, bellas, inteligentes y de carácter muy marcado.
Opino que podría ser una muy buena Angelique Voisin.
¿Qué opináis vosotros?
martes, 5 de agosto de 2014
EL FRUTO PROHIBIDO (DÉCIMO SEGUNDA PARTE)
Hola a todos.
Hacía mucho que no subía ningún fragmento de este cuento. La inspiración para con él se me había esfumado.
Pero me he sentido con fuerza suficiente como para darle un pequeño achuchón, como se suele decir, a esta historia.
En el fragmento de hoy, Lucía y Abby hablan acerca de sus problemas sentimentales.
Salir a dar un paseo a caballo en compañía de Abby fue todo un alivio para Lucía.
De aquel modo, sentía que podía poner cierta distancia entre su familia, Marita y ella. Marita no hablaría con sus padres. Pero éstos sospechaban algo. Y Lucía tenía miedo.
-Vas a pensar lo peor de mí-atacó Abby, con cierto nerviosismo-Pero he hecho algo espantoso.
Abby llevaba mucho tiempo dudando entre contarle o no contarle a Lucía lo ocurrido entre Freddie y ella. Después de todo, estaba enamorada del hermano mayor de Freddie, de Ethan. Podía hablar con él. Ethan sabía que Tracy estaba enamorada de Freddie.
-Dudo mucho que hayas podido hacer algo espantoso-observó Lucía.
-Luci, estoy enamorada de Freddie-le confesó Abby-Lo amo con todo mi ser desde hace mucho tiempo. Y él también está enamorado de mí.
-Me temo que Tracy no sabe nada.
-Ella piensa que Freddie la ama. Y yo...La otra noche...Freddie vino a verme. Se coló por la ventana de mi habitación. Y...Bueno...
Abby se calló de golpe. Sus mejillas se colorearon de un modo muy intenso. Lucía adivinó lo que había pasado entre Abby y Freddie. No dijo nada. No la miró con reprobación. Entendía lo que sentía su amiga.
Lucía iba montada a lomos de su yegua. Iba montada de costado. Con un traje de montar.
En cambio, Abby llevaba puesto un pantalón de montar y una camisa de corte masculino. Montaba a lomos de su caballo. Solía montar a horcajadas. Igual que los hombres...
-¿No me dices nada?-le preguntó a Lucía-¿No vas a echarme nada en cara?
-Estás enamorada de Freddie-respondió su amiga.
-Tracy también está enamorada de él. Lo que hice estuvo mal.
-Pero no te arrepientes de lo que pasó entre vosotros.
-No debió de haber pasado.
-Pero lo volverías a hacer. Tu mirada dice lo contrario de lo que hablas. Volverías a entregarte a Freddie. Y eso no es malo.
Lucía detuvo su yegua. A su vez, Abby detuvo su caballo.
Abby se dio cuenta de que estaba llorando. No podía renunciar a Freddie.
Era una egoísta por haberse enamorado de él y por haberse entregado a él. Pero también era una egoísta porque no podría vivir sin Freddie. No se conformaría con verlo en La Rabia. Casado con Tracy...Lo quería como su marido. Lo quería sólo para ella.
Y Lucía entendió lo que Abby sentía. A ella le pasaba lo mismo con Ethan.
Hacía mucho que no subía ningún fragmento de este cuento. La inspiración para con él se me había esfumado.
Pero me he sentido con fuerza suficiente como para darle un pequeño achuchón, como se suele decir, a esta historia.
En el fragmento de hoy, Lucía y Abby hablan acerca de sus problemas sentimentales.
Salir a dar un paseo a caballo en compañía de Abby fue todo un alivio para Lucía.
De aquel modo, sentía que podía poner cierta distancia entre su familia, Marita y ella. Marita no hablaría con sus padres. Pero éstos sospechaban algo. Y Lucía tenía miedo.
-Vas a pensar lo peor de mí-atacó Abby, con cierto nerviosismo-Pero he hecho algo espantoso.
Abby llevaba mucho tiempo dudando entre contarle o no contarle a Lucía lo ocurrido entre Freddie y ella. Después de todo, estaba enamorada del hermano mayor de Freddie, de Ethan. Podía hablar con él. Ethan sabía que Tracy estaba enamorada de Freddie.
-Dudo mucho que hayas podido hacer algo espantoso-observó Lucía.
-Luci, estoy enamorada de Freddie-le confesó Abby-Lo amo con todo mi ser desde hace mucho tiempo. Y él también está enamorado de mí.
-Me temo que Tracy no sabe nada.
-Ella piensa que Freddie la ama. Y yo...La otra noche...Freddie vino a verme. Se coló por la ventana de mi habitación. Y...Bueno...
Abby se calló de golpe. Sus mejillas se colorearon de un modo muy intenso. Lucía adivinó lo que había pasado entre Abby y Freddie. No dijo nada. No la miró con reprobación. Entendía lo que sentía su amiga.
Lucía iba montada a lomos de su yegua. Iba montada de costado. Con un traje de montar.
En cambio, Abby llevaba puesto un pantalón de montar y una camisa de corte masculino. Montaba a lomos de su caballo. Solía montar a horcajadas. Igual que los hombres...
-¿No me dices nada?-le preguntó a Lucía-¿No vas a echarme nada en cara?
-Estás enamorada de Freddie-respondió su amiga.
-Tracy también está enamorada de él. Lo que hice estuvo mal.
-Pero no te arrepientes de lo que pasó entre vosotros.
-No debió de haber pasado.
-Pero lo volverías a hacer. Tu mirada dice lo contrario de lo que hablas. Volverías a entregarte a Freddie. Y eso no es malo.
Lucía detuvo su yegua. A su vez, Abby detuvo su caballo.
Abby se dio cuenta de que estaba llorando. No podía renunciar a Freddie.
Era una egoísta por haberse enamorado de él y por haberse entregado a él. Pero también era una egoísta porque no podría vivir sin Freddie. No se conformaría con verlo en La Rabia. Casado con Tracy...Lo quería como su marido. Lo quería sólo para ella.
Y Lucía entendió lo que Abby sentía. A ella le pasaba lo mismo con Ethan.
domingo, 3 de agosto de 2014
RELATOS DE LA INDIA
Hola a todos.
Hoy, me gustaría subir, bajo el título genérico de Relatos de La India, las vivencias de un grupo de personas que vivieron en La India durante la época colonial.
Es una historia coral donde son varias las voces que hablan.
Los personajes que aparecen por aquí son ficticios. Pero también son contemporáneos de Estelle Dashwood y de su familia.
Es posible que las vidas de algunos de estos personajes o de sus allegados se crucen con las vidas de Estelle y de su familia. De ahí que los suba a este blog.
No sé cuándo subiré más partes.
De momento, aquí dejo el inicio.
Confío en que os guste.
Empecemos.
Hoy, me gustaría subir, bajo el título genérico de Relatos de La India, las vivencias de un grupo de personas que vivieron en La India durante la época colonial.
Es una historia coral donde son varias las voces que hablan.
Los personajes que aparecen por aquí son ficticios. Pero también son contemporáneos de Estelle Dashwood y de su familia.
Es posible que las vidas de algunos de estos personajes o de sus allegados se crucen con las vidas de Estelle y de su familia. De ahí que los suba a este blog.
No sé cuándo subiré más partes.
De momento, aquí dejo el inicio.
Confío en que os guste.
Empecemos.
ISLA DE KAVVAYI, ESTADO DE KERALA, LA INDIA, DURANTE LA DÉCADA DE 1850
-A tu primo no le va a gustar vivir aquí-opinó lady Halliwell-Está acostumbrado a la vida en Inglaterra. Pero es bueno que se aleje de allí. Que pase una temporada con nosotras.
-Además, hoy es el cumpleaños de Constance-intervino su segunda hija, Chastity-¡Qué regalo más bonito!
-Es mejor que se hubiera quedado en Inglaterra-comentó la aludida-Aquí no hay nada.
-Vivimos en una isla tranquila y pequeña-le recordó lady Halliwell-No pasa absolutamente nada aquí. Casi nadie conoce a tu primo, hija.
Las tres mujeres se encontraban en el jardín de la casa que tenían en la isla de Kavvayi. Joshua Murray, el actual marqués de Halliwell, viajaba a Kavvayi con la intención de escapar de una situación bochornosa para él. Un matrimonio que estaba deshecho. Una esposa que se había fugado con el marido de una de sus mejores amigas. Joshua había tenido algún que otro encontronazo con algún que otro marido casado. Pero esta vez era diferente.
-Seremos amables con él, madre-le prometió Constance.
-No le recordéis nada de lo que ha pasado-les exhortó lady Halliwell-Yo nunca me fié de esa mala pécora. Y acerté. Me duele decirlo. Si Joshua quiere hablar, entonces, que lo haga. Nosotras no le vamos a obligar. Bastante doloroso tiene que ser para él esta situación. En fin...No podemos hacer nada.
Decidieron pasar dentro del salón. La vida que llevaban en Kavvayi era tranquila. Habían ido a parar allí desde la muerte del que debía de haber sido el heredero del marquesado de Halliwell, Albert, el hermano mayor de Constance y de Chastity. Pero éste había muerto siendo aún un niño, con trece años. Un accidente al caer de su caballo le había desnucado. Entonces, el título pasó a manos del hijo del cuñado de lady Halliwell, hermano de su marido. Joshua tenía un año más que Albert.
El marido de lady Halliwell había muerto cuando sus hijos eran todavía pequeños. Joshua no estaba en absoluto preparado para ser marqués.
El joven llegó al cabo de un par de horas. El mayordomo anunció su llegada.
-Acaba de llegar Su Excelencia, lord Halliwell-dijo.
Joshua estaba realmente agotado por el largo viaje que había hecho desde Bath hasta Kavvayi. La idea de hacer aquel viaje la había tenido su secretario. Los recuerdos le perseguían. Se había casado por amor. Sin embargo, en su fuero interno, siempre albergó la sospecha de que su mujer no le amaba. Por suerte, no habían tenido hijos. De haber descubierto donde se encontraba aquel malnacido, le habría volado la tapa de los sesos. Se imaginaba a su esposa en brazos de aquel hombre. Pero le quedaba el consuelo de que iba a volver a ver a su distante familia.
Joshua lucía unos pantalones de color marrón, que estaban sucios. Su aspecto era el de una persona que lo estaba pasando realmente mal. Se despojó de su capa y de su sombrero nada más entrar. Se ajustó la chaqueta. Sus ojos eran de color ámbar con destellos dorados.
-¿Qué tal ha ido el viaje, primo?-quiso saber Chastity.
-Por lo menos, no me mareo en barco-contestó Joshua-Lo único que espero es poder olvidar. Aunque dudo que eso vaya a pasar.
-Puedes quedarte con nosotras todo el tiempo que quieras. Eres parte de nuestra familia.
-Es lo único que me queda. Vosotras...
Lucía una barba de varios días. Constance se sorprendió así misma pensando que aquella barba le daba más atractivo. Lo cierto era que su primo era muy apuesto.
Las facciones de Joshua eran atractivas y perfectas, pero, al mismo tiempo, eran unas facciones amables. Dos años antes, se había casado. Estaba convencido de que su esposa lograría olvidar al que había sido su prometido. Ahora, con veinticinco años, le embargaba una dolorosa sensación de humillación. Y de fracaso...Recorrió con la mirada los rasgos de sus primas y pensó que nunca antes les había visto con tan buen aspecto.
Parecían estar tanto ellas como su tía contentas de verle.
Constance no podía articular palabra. Sintió la mirada de Joshua fija sobre su figura. Lady Halliwell le invitó a tomar asiento a su lado en el sofá. Constance sintió cómo el rubor se agolpaba en sus mejillas. Lo achacó al hecho de que hacía varios años que no veía a su primo y no sabía qué decir para evitar hablar de aquel tema tan doloroso. Lady Halliwell se percató de que su hija mayor se había puesto bastante nerviosa. Constance siempre había sido una joven decorosa.
-Chastity tiene razón-corroboró lady Halliwell-Puedes quedarte con nosotras todo el tiempo que quieras. Ya está tu habitación preparada.
-Eres muy amable, tía-dijo Joshua-Lo único que lamento es que vaya a ser una molestia para vosotras-Recorrió con la mirada el salón de la casa de su tía-Me alegro de ver que estás bien y que mis primas se han convertido en dos mujeres hermosas.
-No, primo-replicó Chastity-Eres parte de nuestra familia. Te vas a divertir mucho con nosotras.
-No sé adónde ir.
-No hay muchos lugares a los que ir aquí. ¡Pero te divertirás igual!
-Es verdad, querido-intervino lady Halliwell-Pero no importa. La colonia inglesa de esta isla es casi nula. Casi lo agradezco. Nos relacionamos con todo el mundo. Pero...¡Has llegado en uno de los mejores días del año, mi querido Josh! ¿Sabes que día es hoy? ¡Hoy, es el cumpleaños de nuestra querida Connie!
La joven cumplía veinte años.
Se puso roja como la grana.
Esbozó una sonrisa trémula.
Respiró hondo.
-Entonces, he llegado en el mejor de los momentos-afirmó Joshua-Dentro de unos días, si mi tía lo permite, podríamos celebrar tu cumpleaños. Y yo estaré aquí para celebrarlo contigo. Espero que estés contenta.
Constance no sabía qué decir, ya que no había pensado en celebrar su cumpleaños porque no le apetecía. Joshua se preguntó así mismo qué regalo podía hacerle a su prima.
Constance no había viajado a Inglaterra para tener su puesta de largo. En aquellos momentos, se alegraba de no haber ido allí.
-Está muy guapo nuestro primo-le susurró Chastity-¿No crees?
-¡Chass!-le espetó Constance.
-Su esposa ha sido una imbécil por abandonarle por otro hombre. No va a encontrar a nadie mejor que él. Está soltero. Bueno...No sé cómo estará. Puede que se divorcie.
-¿Divorciarse? ¡Entonces, no podría regresar jamás a Londres!
-A lo mejor, se hace así mismo un favor. Podría quedarse a vivir con nosotras. ¿No crees?
-¿Y con quién se va a casar? Chass, piénsalo bien. No hay muchas jóvenes inglesas viviendo en esta isla. Y necesita un heredero para el marquesado.
-Podría casarse con una joven hindú.
-La alta sociedad inglesa le haría la cruz para los restos.
-Sería mucho más honrado que otros caballeros que nosotras conocemos, Connie. No somos ingenuas.
-Sí...
Joshua se puso de pie y sus primas y su tía le imitaron. Un criado se había hecho cargo de las dos maletas que había traído consigo. Se había llevado poca ropa consigo. Joshua estaba más pálido y más delgado que la última vez que lo vieron, pero parecía que estaba entero.
Besó a Chastity en una mejilla. Besó a Constance en las dos mejillas.
El viaje había supuesto toda una tortura para Joshua.
Había pasado muchas noches sin poder conciliar el sueño. El recuerdo de la carta que le había dejado su mujer antes de irse le perseguía. Siempre pensó que Liberty acabaría enamorándose de él. Lo anheló con todo su corazón. Sin embargo, aquella carta era la confirmación de sus peores sospechas. Liberty nunca le había amado. ¿Y qué pasa conmigo?, se preguntó así mismo Joshua.
-Por lo menos, no me mareo en barco-contestó Joshua-Lo único que espero es poder olvidar. Aunque dudo que eso vaya a pasar.
-Puedes quedarte con nosotras todo el tiempo que quieras. Eres parte de nuestra familia.
-Es lo único que me queda. Vosotras...
Lucía una barba de varios días. Constance se sorprendió así misma pensando que aquella barba le daba más atractivo. Lo cierto era que su primo era muy apuesto.
Las facciones de Joshua eran atractivas y perfectas, pero, al mismo tiempo, eran unas facciones amables. Dos años antes, se había casado. Estaba convencido de que su esposa lograría olvidar al que había sido su prometido. Ahora, con veinticinco años, le embargaba una dolorosa sensación de humillación. Y de fracaso...Recorrió con la mirada los rasgos de sus primas y pensó que nunca antes les había visto con tan buen aspecto.
Parecían estar tanto ellas como su tía contentas de verle.
Constance no podía articular palabra. Sintió la mirada de Joshua fija sobre su figura. Lady Halliwell le invitó a tomar asiento a su lado en el sofá. Constance sintió cómo el rubor se agolpaba en sus mejillas. Lo achacó al hecho de que hacía varios años que no veía a su primo y no sabía qué decir para evitar hablar de aquel tema tan doloroso. Lady Halliwell se percató de que su hija mayor se había puesto bastante nerviosa. Constance siempre había sido una joven decorosa.
-Chastity tiene razón-corroboró lady Halliwell-Puedes quedarte con nosotras todo el tiempo que quieras. Ya está tu habitación preparada.
-Eres muy amable, tía-dijo Joshua-Lo único que lamento es que vaya a ser una molestia para vosotras-Recorrió con la mirada el salón de la casa de su tía-Me alegro de ver que estás bien y que mis primas se han convertido en dos mujeres hermosas.
-No, primo-replicó Chastity-Eres parte de nuestra familia. Te vas a divertir mucho con nosotras.
-No sé adónde ir.
-No hay muchos lugares a los que ir aquí. ¡Pero te divertirás igual!
-Es verdad, querido-intervino lady Halliwell-Pero no importa. La colonia inglesa de esta isla es casi nula. Casi lo agradezco. Nos relacionamos con todo el mundo. Pero...¡Has llegado en uno de los mejores días del año, mi querido Josh! ¿Sabes que día es hoy? ¡Hoy, es el cumpleaños de nuestra querida Connie!
La joven cumplía veinte años.
Se puso roja como la grana.
Esbozó una sonrisa trémula.
Respiró hondo.
-Entonces, he llegado en el mejor de los momentos-afirmó Joshua-Dentro de unos días, si mi tía lo permite, podríamos celebrar tu cumpleaños. Y yo estaré aquí para celebrarlo contigo. Espero que estés contenta.
Constance no sabía qué decir, ya que no había pensado en celebrar su cumpleaños porque no le apetecía. Joshua se preguntó así mismo qué regalo podía hacerle a su prima.
Constance no había viajado a Inglaterra para tener su puesta de largo. En aquellos momentos, se alegraba de no haber ido allí.
-Está muy guapo nuestro primo-le susurró Chastity-¿No crees?
-¡Chass!-le espetó Constance.
-Su esposa ha sido una imbécil por abandonarle por otro hombre. No va a encontrar a nadie mejor que él. Está soltero. Bueno...No sé cómo estará. Puede que se divorcie.
-¿Divorciarse? ¡Entonces, no podría regresar jamás a Londres!
-A lo mejor, se hace así mismo un favor. Podría quedarse a vivir con nosotras. ¿No crees?
-¿Y con quién se va a casar? Chass, piénsalo bien. No hay muchas jóvenes inglesas viviendo en esta isla. Y necesita un heredero para el marquesado.
-Podría casarse con una joven hindú.
-La alta sociedad inglesa le haría la cruz para los restos.
-Sería mucho más honrado que otros caballeros que nosotras conocemos, Connie. No somos ingenuas.
-Sí...
Joshua se puso de pie y sus primas y su tía le imitaron. Un criado se había hecho cargo de las dos maletas que había traído consigo. Se había llevado poca ropa consigo. Joshua estaba más pálido y más delgado que la última vez que lo vieron, pero parecía que estaba entero.
Besó a Chastity en una mejilla. Besó a Constance en las dos mejillas.
El viaje había supuesto toda una tortura para Joshua.
Había pasado muchas noches sin poder conciliar el sueño. El recuerdo de la carta que le había dejado su mujer antes de irse le perseguía. Siempre pensó que Liberty acabaría enamorándose de él. Lo anheló con todo su corazón. Sin embargo, aquella carta era la confirmación de sus peores sospechas. Liberty nunca le había amado. ¿Y qué pasa conmigo?, se preguntó así mismo Joshua.
No lo sé, pensó Joshua.
-¡Feliz cumpleaños, prima Connie!-la felicitó-Me voy a descansar un poco.
Chastity disimuló una sonrisa. Su hermana mayor parecía estar a punto de desmayarse.
Su cara estaba toda roja. Casi había olvidado lo que era ser felicitada por otro miembro de su familia.
-Está muy entero-observó lady Halliwell.
-Pero se puede venir abajo-se lamentó Chastity.
-Es un joven fuerte. Debemos de apoyarle y de ayudarle en todo lo que podamos, hijas.
-Chass dice que se puede divorciar de Liberty-dijo Constance-Yo creo que no puede divorciarse. ¡Sería su fin en la alta sociedad!
-Ya está muerto socialmente, Connie. Su esposa se ha ido con otro hombre. No sé si regresará algún día a Inglaterra. Pero aquí estará bien, niñas. Es un buen muchacho y se ha portado muy bien con nosotras. No se merece lo que le ha hecho esa zorra.
-Recuerdo que tenía cierta fama de mujeriego cuando conoció a Liberty.
-Yo creo que fueron sólo rumores-opinó Chastity-Nada más...Le gustaba coquetear con las mujeres guapas.
-Nunca ha protagonizado un escándalo-recordó lady Halliwell-Hasta el día de hoy...Y eso es lo que me da más pena. No se merece lo que le ha pasado.
Constance miró un ramo de flores que había colocado en un jarrón del aparador, encima de la chimenea.
Había cortado aquellas flores dos días antes. Cuando sabía que Joshua estaba a punto de llegar. De algún modo, la llegada de su primo le había hecho mucha ilusión. Deseaba verle sonreír de nuevo. Deseaba ayudarle a encontrar una nueva esposa. Había jóvenes allí que estarían encantadas de conocerle.
sábado, 2 de agosto de 2014
FRAGMENTO DE "HISTORIA DE DOS HERMANAS"
Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de mi novela Historia de dos hermanas.
El suceso que paso a contar es real.
En el año 1817, se desató una epidemia de cólera en Calcuta.
La primera esposa de Joseph, Selene, queda débil tras el nacimiento de Víctor. A ello, hay que añadirle que también enferma del cólera. Esos dos factores acaban con su vida.
Ni los vecinos del joven matrimonio Dashwood se libran de la epidemia.
Está pasando algo, pensó Anne Lauren con horror, mientras permanecía encerrada en su habitación. El internado se encontraba en las afueras de Calcuta.
Anne Lauren tenía catorce años recién cumplidos y le extrañó el no haber recibido la visita de sus padres y de sus hermanos menores. Matt y Greg eran dos auténticos diablillos que, cuando la visitaban, ponían patas arriba el internado.
Anne Lauren sentía pánico a enfrentarse al mundo que la esperaba.
Tuvo que recordarse así misma que su padre era un marqués. Pero la habitación que tenía en el internado era muy pequeña. Quizás, se trataba de la habitación más pequeña del internado. Los rumores que circulaban acerca de su madre les había alcanzado hasta Calcuta. Sin embargo, lord Elliot pagaba los costes elevados del internado todos los meses.
Anne Lauren era todavía muy inocente con lo relaconado al mundo exterior. Todavía era muy niña para entender ciertas cosas. En el fondo, a veces, se alegraba de estar viviendo en el internado.
Anne Lauren era de estatura más bien baja.
A los pocos días, Anne Lauren recibió la visita de lady Deborah.
La dama la estaba esperando en el aula de Música.
-Vas a venirte conmigo-le informó-He de cuidarte.
-¿Qué está pasando, milady?-la interrogó Anne Lauren-¿Por qué he de ir con usted?
-Se ha declarado una epidemia de cólera en la ciudad. Varias de tus compañeras están enfermas.
-Creía que habían comido algo en mal estado.
-Es cólera. Han muerto varias personas.
Lady Deborah tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Anne Lauren se fijó en que llevaba puesto un vestido de color negro. De luto...
La noche antes, el pequeño Greg había muerto de cólera. Anne Lauren no sabía que su madre había sido la primera en morir a consecuencia de aquella terrible enfermedad. Su padre la siguió. Y Matt había muerto apenas tres días antes.
Lady Deborah abrazó con fuerza a Anne Lauren. No sabía cómo darle la noticia de que se había quedado sola en el mundo.
-¿Dónde están mis padres?-quiso saber Anne Lauren.
-Tus padres y tus hermanos están bien-contestó lady Deborah, sintiéndose culpable por tener que mentirle a Anne Lauren-Tus padres fueron a buscar a tus hermanos al internado donde están estudiando. Pero no pudieron regresar a Calcuta. Nadie puede salir de la ciudad. Pero tampoco puede salir.
Anne Lauren estaba asustada.
-¿Cuándo volveré a ver a mis padres?-inquirió.
-Con un poco de suerte, el cólera acabará desapareciendo-contestó lady Deborah-Vivo en las afueras de la ciudad. No creo que la enfermedad llegue hasta allí.
Anne Lauren rompió a llorar. Lo único que quería era estar con su familia.
-Tus padres están bien-mintió lady Deborah-Y tus hermanos también están bien. ¡De verdad!
-Milady...-titubeó Anne Lauren-¿Cómo está lady Selene? ¿Se encuentra bien? No hace mucho que fue madre. ¿Está bien?
-Selene está bien, pequeña. Está débil. Pero eso es algo normal. No hace ni un mes que dio a luz a su hijo. Se recuperará.
Los ojos de color azul oscuro de Anne Lauren estaban llenos de lágrimas.
-Mis padres...-balbuceó.
-Pronto, volverás a estar con ellos-le prometió lady Deborah.
Pero era una promesa que jamás se cumpliría.
Pensó en Selene. El estado de la joven era cada vez peor.
Joseph acudió a visitar a Anne Lauren. Sin embargo, para su horror, habían metido a la chiquilla en el interior de un ataúd. Lady Deborah había querido amortajarla. Le había puesto un vestido de color blanco.
Joseph sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas al contemplar el cuerpo sin vida de Anne Lauren.
No hacía nada, lady Amelie era una mujer feliz con su marido y sus tres hijos. Y, ahora, todos estaban muertos por culpa de la peste.
-No has debido de venir-le regañó suavemente lady Deborah-Acabarás enfermando tú también.
-Ya todo me da igual-replicó Joseph con dolor.
-Debes de pensar en Selene Emmaline. Y debes de pensar también en Víctor.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de mi novela Historia de dos hermanas.
El suceso que paso a contar es real.
En el año 1817, se desató una epidemia de cólera en Calcuta.
La primera esposa de Joseph, Selene, queda débil tras el nacimiento de Víctor. A ello, hay que añadirle que también enferma del cólera. Esos dos factores acaban con su vida.
Ni los vecinos del joven matrimonio Dashwood se libran de la epidemia.
Está pasando algo, pensó Anne Lauren con horror, mientras permanecía encerrada en su habitación. El internado se encontraba en las afueras de Calcuta.
Anne Lauren tenía catorce años recién cumplidos y le extrañó el no haber recibido la visita de sus padres y de sus hermanos menores. Matt y Greg eran dos auténticos diablillos que, cuando la visitaban, ponían patas arriba el internado.
Anne Lauren sentía pánico a enfrentarse al mundo que la esperaba.
Tuvo que recordarse así misma que su padre era un marqués. Pero la habitación que tenía en el internado era muy pequeña. Quizás, se trataba de la habitación más pequeña del internado. Los rumores que circulaban acerca de su madre les había alcanzado hasta Calcuta. Sin embargo, lord Elliot pagaba los costes elevados del internado todos los meses.
Anne Lauren era todavía muy inocente con lo relaconado al mundo exterior. Todavía era muy niña para entender ciertas cosas. En el fondo, a veces, se alegraba de estar viviendo en el internado.
Anne Lauren era de estatura más bien baja.
A los pocos días, Anne Lauren recibió la visita de lady Deborah.
La dama la estaba esperando en el aula de Música.
-Vas a venirte conmigo-le informó-He de cuidarte.
-¿Qué está pasando, milady?-la interrogó Anne Lauren-¿Por qué he de ir con usted?
-Se ha declarado una epidemia de cólera en la ciudad. Varias de tus compañeras están enfermas.
-Creía que habían comido algo en mal estado.
-Es cólera. Han muerto varias personas.
Lady Deborah tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Anne Lauren se fijó en que llevaba puesto un vestido de color negro. De luto...
La noche antes, el pequeño Greg había muerto de cólera. Anne Lauren no sabía que su madre había sido la primera en morir a consecuencia de aquella terrible enfermedad. Su padre la siguió. Y Matt había muerto apenas tres días antes.
Lady Deborah abrazó con fuerza a Anne Lauren. No sabía cómo darle la noticia de que se había quedado sola en el mundo.
-¿Dónde están mis padres?-quiso saber Anne Lauren.
-Tus padres y tus hermanos están bien-contestó lady Deborah, sintiéndose culpable por tener que mentirle a Anne Lauren-Tus padres fueron a buscar a tus hermanos al internado donde están estudiando. Pero no pudieron regresar a Calcuta. Nadie puede salir de la ciudad. Pero tampoco puede salir.
Anne Lauren estaba asustada.
-¿Cuándo volveré a ver a mis padres?-inquirió.
-Con un poco de suerte, el cólera acabará desapareciendo-contestó lady Deborah-Vivo en las afueras de la ciudad. No creo que la enfermedad llegue hasta allí.
Anne Lauren rompió a llorar. Lo único que quería era estar con su familia.
-Tus padres están bien-mintió lady Deborah-Y tus hermanos también están bien. ¡De verdad!
-Milady...-titubeó Anne Lauren-¿Cómo está lady Selene? ¿Se encuentra bien? No hace mucho que fue madre. ¿Está bien?
-Selene está bien, pequeña. Está débil. Pero eso es algo normal. No hace ni un mes que dio a luz a su hijo. Se recuperará.
Los ojos de color azul oscuro de Anne Lauren estaban llenos de lágrimas.
-Mis padres...-balbuceó.
-Pronto, volverás a estar con ellos-le prometió lady Deborah.
Pero era una promesa que jamás se cumpliría.
Pensó en Selene. El estado de la joven era cada vez peor.
Joseph acudió a visitar a Anne Lauren. Sin embargo, para su horror, habían metido a la chiquilla en el interior de un ataúd. Lady Deborah había querido amortajarla. Le había puesto un vestido de color blanco.
Joseph sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas al contemplar el cuerpo sin vida de Anne Lauren.
No hacía nada, lady Amelie era una mujer feliz con su marido y sus tres hijos. Y, ahora, todos estaban muertos por culpa de la peste.
-No has debido de venir-le regañó suavemente lady Deborah-Acabarás enfermando tú también.
-Ya todo me da igual-replicó Joseph con dolor.
-Debes de pensar en Selene Emmaline. Y debes de pensar también en Víctor.
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