Hola a todos.
En este fragmento de Historia de dos hermanas, vamos a ver algo sorprendente.
¿Joseph cortejando a Sarah?
¡Vamos a verlo!
Pasear cogida del brazo de sir Joseph Dashwood por los alrededores de una tumba de siglos atrás y acompañada por la doncella que compartía con Brighid no era lo que Sarah entendía como un encuentro romántico.
Esta clase de encuentros no eran los encuentros apasionados que protagonizaban las protagonistas de las novelas que leía. Sir Joseph Dashwood era un aburrido caballero. No era tan misterioso como Sean.
Joseph se sentía cohibido. Su madre le había hablado en numerosas ocasiones del carácter chispeante de Sarah. Una opinión que era compartida con Brighid. Habían salido de la casa de los Farrell hacía una media hora. Ni él ni Sarah se habían cruzado palabra alguna. Tenía la sensación de que la mente de la joven estaba puesta en otra parte. Joseph se arrepentía sinceramente de haber aceptado la sugerencia de lady Stella de cortejar a Sarah. Los esfuerzos de Brighid por juntarlos estaban siendo un fracaso. Y, la verdad sea dicha, Joseph no sentía interés alguno por Sarah. Era Brighid.
La joven se había colado casi sin esfuerzo en su mente. ¡Y estaba intentando casarle con su hermana menor!
-¿Se aburre conmigo, señorita Farrell?-le preguntó a Sarah.
-¡Oh, no!-respondió la joven-Tan sólo estoy disfrutando de la visión del paisaje.
-Entiendo.
Se hizo otra vez el silencio. Sarah miraba una y otra vez a su doncella. Permanecía algunos metros alejada de ellos. Sarah deseaba entablar conversación con ella. Por lo menos, no estaría tan aburrida como lo estaba en aquellos momentos.
Joseph comparaba mentalmente a Sarah y a Brighid. Sarah tenía un carácter alegre, en opinión de Brighid. Sin embargo, en el tiempo que llevaba cortejándola, el comportamiento de la joven Sarah hacia él había sido arisco. Se mostraba fría y distante con él. En ocasiones, Joseph tenía la sensación de que le caía antipático a Sarah. Lo cual era muy raro porque casi no se conocían. De momento, la joven no conocía a Víctor. Joseph no sentía el menor deseo de presentarle a su hijo.
Sarah no quería mostrarse, en el fondo, grosera con sir Joseph.
-¿La he ofendido en algo?-le preguntó el joven.
-Me está cortejando-respondió Sarah-Y debo decir que se está comportando como lo haría un caballero. Nunca se ha tomado libertad alguna conmigo.
-Pero parece que yo la desagrado por algún motivo que desconozco.
Joseph y Sarah se detuvieron. Sarah se sintió obligada a sincerarse con el joven.
-No es culpa suya, señor-admitió-Es culpa mía.
-No lo entiendo-se extrañó Joseph.
-Mi corazón pertenece a otro hombre. Pero hace años que no le veo.
Se sintió aliviada cuando habló con Joseph con total sinceridad. Él se quedó de piedra.
-Por eso, me muestro así con usted-prosiguió Sarah-Le ruego que me disculpe. Yo soy una tonta romántica. Y sigo esperando a que mi amado venga a buscarme. Es una historia larga de contar. Y usted pensará que es una historia algo vulgar. Le puedo asegurar que le entregué mi corazón a ese hombre. Pero no le entregué mi cuerpo. Aunque...Eso no importa. Usted desea una esposa virgen y aquí me tiene.
Joseph negó moviendo la cabeza.
Él no deseaba una esposa virgen y sumisa. No podía casarse con Sarah, pensó. Al casarse con ella, la vería marchitarse cada día que pasaba. Los dos sufrirían mucho.
Pero también sufriría Víctor.
-Le agradezco que haya sido sincera conmigo, señorita Farrell-dijo Joseph-Eso le honra.
Se alegraba de saber que Sarah no estaba enamorado de él. Joseph no estaba enamorado de Sarah.
-Yo no estoy enamorado de usted-se sinceró el joven.
Sarah se quedó atónita al escucharle. Luego, se echó a reír de un modo que a Joseph le recordó a la risa chispeante de Brighid. Sarah carecía de la luminosidad de Brighid. Era bella, pero no era como Brighid.
-Me imagino que sigue enamorado de su mujer-opinó Sarah-Puede parecer una locura porque, por desgracia, su esposa está muerta. Pero respeto sus sentimientos.
Joseph seguía amando a Selene.
La había amado de manera incondicional cuando se casó con ella.
Después de todo, era la madre de Víctor.
Pero ya no pensaba tanto en ella como lo hacía antes. Todo había cambiado para Joseph desde que conoció a Brighid.
Brighid...
Sarah se acercó a él y le besó en ambas mejillas.
Esbozó la sonrisa más comprensiva. Le parecía muy romántico seguir enamorado de su esposa muerta. Si a mí me pasara algo, pensó, puede que Sean me siga amando. ¡Amarme hasta después de muerta!
Sarah y Joseph decidieron dar la vuelta.
A lo lejos, Sarah vio a Brighid acercándose lentamente a ellos. De un modo muy poco apropiado para una señorita, echó a correr hacia ella. La abrazó con cariño. Joseph, a medida que Sarah iba acercando a Brighid, pensó que estaba viendo a un ángel.
Brighid estaba deslumbrante con aquel vestido de color rosado. Parecía una auténtica rosa inglesa. Era una frase que repetía mucho la que fue la institutriz inglesa de Selene. Joseph recordó que hacía tiempo que no le escribía.
-Sir Joseph Dashwood es un hombre muy comprensivo-le contó Sarah a su hermana mayor-Hemos estado dando un paseo. Y también hemos estado hablando largo y tendido. Ha sabido entenderme.
-¡Me alegro mucho de oírte decir eso, mi querida Sarah!-se alegró Brighid-¿Ves cómo he acertado? Sir Joseph Dashwood es el hombre más indicado para ti. Estoy segura de que vas a ser muy feliz a su lado. ¡Ya lo verás!
-Pero...
Joseph decidió que no era el momento idóneo para que Sarah hablara de ciertas cosas delante de su hermana mayor. Eso correspondía a la intimidad de ambas.
-Celebro mucho verla, señorita Farrell-le dijo a Brighid.
Le cogió la mano y se la besó con cortesía.
-Ha llegado el momento de irnos-intervino Sarah.
Joseph hizo una reverencia. Sarah y Brighid le devolvieron la reverencia.
Las dos hermanas se alejaron de su lado. Brighid fulminó a Sarah con la mirada.
-Se te veía muy aburrida-observó Brighid-¿Acaso te has vuelto loca?
-Lo que estaba era aburrida, como tú bien dices-contestó Sarah-No veo nada malo en no disimularlo.
-Sarah, se trata de uno de los mejores partidos de toda Irlanda. No lo rechaces. ¡Es tu oportunidad!
-¡Pero no le amo!
Brighid elevó la vista al cielo. ¡Era tan difícil hacer entrar en razón a Sarah!
En aquel momento, Sarah giró la cabeza. Se percató de que Joseph las estaba mirando. En realidad, no la estaba mirando a ella. Estaba mirando a Brighid.
Uy que interesante te mando un beso
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