domingo, 29 de junio de 2014

LOCAMENTE ENAMORADO

Hola a todos.
Aquí os dejo con un nuevo fragmento de Locamente enamorado. 
Dillon se encara con su futuro.

                                  Samantha murió menos de una semana después. Murió al mediodía. Lady Marianne rompió a llorar en el momento en el que Samantha expiró.
-¡Hija mía!-sollozó.
                            Dillon permaneció junto a la cama donde yacía ya el cadáver de su mujer, pero fue incapaz de reaccionar en aquellos momentos. Escuchaba los sollozos histéricos de lady Marianne.
                           El velatorio se celebró en la casa de la pareja.
                           Lady Marianne quiso amortajar el cuerpo de Samantha. Dillon permaneció en el salón recibiendo a las visitas. Eran personas que acudían a dar el pésame a los marqueses. Y le dieron también el pésame a él.
                           Incluso, acudió la abuela de Samantha, la madre de lady Marianne. Samantha le comentó en una ocasión que nunca se llevaron bien. Pero la mujer estaba destrozada por la muerte de su única nieta. Tenía la sensación de que se había quedado sola. Dillon no escuchó los lamentos de la anciana.
                          Al día siguiente, Samantha fue enterrada en el panteón familiar del marqués. Los hijos del primo de éste acudieron al entierro.
                          Dillon no se dio cuenta de que estaba llorando. Le hicieron agacharse y coger tierra.
                          Le hicieron echar tierra sobre el ataúd que contenía los restos mortales de Samantha. Le parecía que estaba soñando. Nada de lo que está pasando es real, pensó Dillon con horror.
                         El cáncer...Un maldito cáncer de páncreas se había llevado a una mujer hermosa y llena de vida.
                         El marqués le introdujo dentro del carruaje blasonado de su familia. El marqués estaba destrozado por la muerte de Samantha, pero tenía otras cosas en mente.
-¿Te has fijado en que los hijos del malnacido de mi primo estaban en el cementerio?-le preguntó a Dillon.
-No me fijé-respondió el atontado joven.
-Vienen a hacerse con mi título. Ya no tendré nietos. O lo que sea.
-¡Por el amor de Dios!-le gritó una histérica lady Marianne-¿Sólo piensas en tu asqueroso título? ¿No recuerdas que hemos enterrado a nuestra hija?
-A tu hija, querida. Te abriste de piernas para alguien sin estar casada.
-¡Hijo de puta!
                       Lady Marianne abofeteó con rabia a su marido.
                       Dillon presenció la escena sin reaccionar. Para él, era su esposa quien acababa de ser enterrada. Los marqueses estaban desquiciados.

 

                        Los días siguientes los pasó Dillon recordando el tiempo que había pasado junto a Samantha. Recordaba las veces que se reunían los dos a desayunar en el comedor para contarse lo que iban a hacer durante el día. De las veces que salían a pasear por Hyde Park y Samantha quería pasar por Rotten Row. Recordaba lo que le había aconsejado Samantha que hiciera.
                       No se atrevía a dar aquel paso.
                      Le parecía que Samantha no estaba en su sano juicio cuando se lo pidió.
                      Buscar a Rose.
                     Pero, menos de un mes después, Dillon decidió seguir el consejo que le había dado su esposa antes de morir.
                      Abandonó Londres una mañana en la que hacía mucho frío. No quiso despedirse de los marqueses. Lo último que supo de ellos era que siempre estaban discutiendo. No quería presenciar más peleas.

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