Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros este fragmento de mi novela Historia de dos hermanas.
Espero que os guste.
A Sarah no le gustaba nada ir a las fiestas que se celebraban en Dublín. Desde que llegó con sus padres, a principios de septiembre, todas las noches eran invitados a ir a una fiesta. Sir Alistair había alquilado una casa cerca de Phoénix Park.
Sarah le escribía todos los días una carta a su hermana.
Su pasión por la lectura traía de cabeza a sus padres. Sir Alistair estaba preocupado por ella. Casi había tirado la toalla con Brighid, pero Sarah iba por el mismo camino. De las dos, Sarah era la más hermosa. Podía atraer a un buen partido. La joven no sentía interés alguno en ir a aquellas fiestas. Lo cual indignaba a sus padres.
Se pasaba las horas muertas encerrada en su habitación. Seguía leyendo novelas de amor. Era una costumbre que adquirió en la adolescencia.
De estar Brighid con ella, probablemente, se habría reído y le habría dicho que lo que estaba leyendo nunca le pasaría en la vida real.
Le estaba costando mucho trabajo acostumbrarse a vivir en Dublín.
Sarah se había convertido en la envidia de muchas jóvenes que habían sido presentadas en sociedad al mismo tiempo que ella. Antes de diciembre, Sarah había recibido dos ofertas de matrimonio que había rechazado. Le llegaban todos los días a casa numerosos ramos de flores que ella se encargaba de regalar a otras personas. Sus pretendientes le parecían todos o muy viejos o muy sosos.
-Tienes que ser tú la que se case y nos dé a tu padre y a mí nietos-le recordó su madre-No puedes rechazar ofertas de matrimonio. Ya es muy difícil que alguien se fije en ti siendo tu hermana mayor soltera. La hermana mayor es la que se casa antes. Tu caso es distinto. Sarah, cariño. Lo que ocurre en las novelas románticas no pasa en la vida real.
-Ya lo sé, madre-admitió la joven-Es sólo que yo deseo eso para mí. Deseo vivirlo.
Estaban en el salón. Sarah había recibido otro ramo de flores y lo miraba con evidente desdén. Era Lilly quien lo sostenía.
-Le diré a Cassandra que le lleve estas flores a alguna vecina-decidió Sarah.
-¡No puedes deshacerte de todos los ramos de flores que te llegan!-se escandalizó Lilly.
-Madre, no estoy interesada en ninguno de los hombres que me regalan flores.
-Cariño, te hablo como tu madre que soy. Tengo la sensación de que vas a terminar sufriendo mucho. Deja a un lado esos sueños y trata de vivir en el mundo real.
Sarah era una joven bastante extrovertida. Le gustaba hablar con todo el mundo. Su cabello de color caoba había causado furor, ya que era largo hasta la cintura y brillante. Poseía la piel morena de no querer salir llevando sombrero o usando la sombrilla para protegerse de los rayos del Sol. Pero eso no disminuía ni un ápice su atractivo. Y estaban sus hermosos ojos de color azul cielo.
-La vida real es muy aburrida, madre-sonrió Sarah.
-Cuando la vida real te alcance, te arrepentirás de no habértela tomado en serio-le advirtió Lilly-Los libros están para disfrutarlos y para leerlos. Eso no te lo niego. Pero quiero que pienses bien lo que estás haciendo. Los libros, en ocasiones, no se ajustan en nada a la vida real.
El rostro de Sarah se tornó serio.
Pensó que su madre tenía razón.
Pero ella no quería perder la esperanza.
Antes o después, se enamoraría de un apuesto bandolero. Sería raptada por un apuesto ladrón parecido a Robin Hood, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Un pirata la tomaría entre sus fuertes brazos y la llevaría a surcar los Siete Mares con él.
El recuerdo de Sean O' Hara pasó por su mente. A Sarah no le disgustaba admitir que seguía enamorada de aquel primer amor.
Y le parecía un completo disparate. Hacía años que no sabía nada de Sean O' Hara.
Había significado mucho para ella. Cuando le conoció, pensó que era la encarnación de todos sus sueños. Podía pasarse las horas muertas mirándole mientras trabajaba en el jardín.
-¿Me estás escuchando?-le llamó la atención Lilly.
Sarah había quedado absorta en sus pensamientos.
Pensaba mucho en Sean.
En cómo la abrazaba. Había sido el único hombre que la había besado.
-Lo siento-se excusó Sarah.
-Si quieres, podemos viajar a Londres-le sugirió Lilly.
-Sólo quiero regresar a casar.
Y era verdad. Sarah quería volver a Slievmore. Junto a Brighid...
uy pobre Sarah, te mando un beso
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