lunes, 7 de julio de 2014

EL PATRÓN

Hola a todos.
Dado que no pienso tener este blog descuidado sólo porque esté subiendo escenas eliminadas de Un amor prohibido a mi blog "Ecos del pasado", aquí os dejo con un nuevo fragmento de mi relato El Patrón. 
Espero que os guste.
Por cierto, podéis leer la escena que he subido hoy en este link:

http://lilian-ecosdelpasado.blogspot.com.es/2014/07/escenas-eliminadas-de-un-amor-prohibido_7.html

                            Llevar un rancho era bastante difícil.
                            Sir Kyle dejó a un lado los recuerdos del pasado. Tenía una montaña de papeles encima de la mesa de su despacho. Había apuntados en ellos las fechas propicias para la monta del caballo semental a la yegua. O cuándo nacerían los nuevos potrillos. También había apuntadas varias fechas con tinta roja.
                             Correspondían a los abortos que habían sufrido las yeguas.
                             También se mencionaban a los potrillos que habían nacido muertos. La pérdida de un potrillo era mala. Era una venta que no se efectuaría. Dinero que no llegaría.
                             Era asqueroso pensar de aquel modo. Sir Kyle lo sabía.
                             Alguien golpeó a la puerta de su despacho.
-Pase-le invitó sir Kyle.
                              La puerta se abrió. Era Marty, quien entró en el despacho quitándose el sombrero. Por su cara, sir Kyle supo que traía malas noticias. Una de las yeguas estaba de parto. Sin embargo, el alumbramiento se había presentado con serias dificultades.
-Patrón, ha ocurrido lo peor-le informó Marty, descompuesto-Sirena ha muerto. Ha estado un día entero pariendo. Y no ha podido echar al potrillo. Sangraba mucho. Y...
-¿El potrillo está todavía dentro de ella?-inquirió sir Kyle, con el estómago revuelto.
-No hemos podido sacarlo. Y hace ya doce horas que no se movía.
-Gracias por contármelo, Marty. Ve a enterrar a Sirena. 
                           Sir Kyle sintió ganas de vomitar. Un sudor frío empapó su frente al pensar en la desgracia de la pobre Sirena. No se acostumbraba a recibir aquellas noticias.

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