Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de mi novela Me olvidé de olvidarte.
Espero que os guste.
Una tarde, Cordelia salió a dar un paseo. Necesitaba tomar el fresco. Sus pasos la llevaron hasta la casa de la comadrona local, la señora Sydney. Aquella mujer había asistido a numerosos alumbramientos. Pero también había estado asistiendo a mujeres que sufrían abortos. No acudió a la casa solariega del duque. A Cordelia la atendió un médico cuando perdió el bebé que esperaba.
Se decía que la señora Sydney había ayudado a numerosas mujeres con problemas de fertilidad. Ella misma tenía ocho hijos. Su marido trabajaba en el campo como agricultor. Salían adelante como podían.
La señora Sydney estaba removiendo una olla de caldo que había puesto en la lumbre. La puerta de su pequeña casa estaba entreabierta.
No se llevó ninguna sorpresa cuando la hijastra del duque penetró en el interior de la casa. No era ningún secreto el rumor que circulaba por el pueblo.
Lady Cordelia estaba desesperada por quedarse de nuevo embarazada tras haber sufrido un aborto. Sin embargo, la señora Sydney sabía que el ansiado hijo que deseaba tener la hijastra de lord Cleveland nunca llegaría. Tenía la sensación de que la mente del marido de aquella joven volaba muy lejos del pueblo.
-Señora Sydney...-empezó a hablar Cordelia, sintiéndose cohibida.
-Sé quién es usted-la interrumpió la mujer.
-He pensado que usted podría ayudarme.
La señora Sydney dejó de remover el caldo. Miró con tristeza a la joven dama que estaba ante ella. El miedo se apoderó de Cordelia.
-Los niños han de nacer fruto del amor-afirmó la señora Sydney.
-Yo estoy enamorada de mi marido-le aseguró Cordelia.
-Pero no es ningún secreto que su marido no parece albergar los mismos sentimientos hacia usted.
-¡Eso no es cierto! Dillon me quiere. Se preocupa por mí. Se desvive por mí.
-Pero no está enamorado de usted y se esfuerza demasiado en intentar amarla. No lo ha conseguido. Ni lo conseguirá nunca.
-Si yo le doy un hijo, quizás, Dillon me ame. Aunque...Usted...
-No le dará nunca un hijo a su marido. Antes de que eso pase, él ya no estará con usted, milady.
Cordelia abandonó la casa de la señora Sydney llorando.
Quería gritarle a aquella mujer que se equivocaba.
Sin embargo, la señora Sydney le había dicho la verdad.
Dillon no me ama, pensó Cordelia con desesperación.
Siempre lo supo. Era como una certeza que la acompañaba desde el mismo día en que le conoció. En aquel baile que se celebró en Almacks.
Dillon se había volcado en ella. Había luchado por ser un buen esposo y se había esforzado demasiado en enamorarse de ella. Cordelia había notado que las actitudes de Dillon hacia ella eran un tanto forzadas y que no le salían del corazón, por lo que había algo en él que le impedía enamorarse de ella. Otra mujer, pensó Cordelia con amargura.
Pensó en Samantha. Su marido debía de seguir enamorado de ella.
Dillon le había hablado de su primera esposa. Cordelia deseaba ser como ella.
Deseaba poseer la vitalidad de Samantha. Su ilusión por todo...
Pero Dillon pensaba en otra mujer. Pensaba en una mujer que no era Samantha. ¿Dónde dejaba eso a Cordelia? ¿En qué la convertía?
Era una intrusa en el corazón de su esposo. Cordelia sintió cómo su corazón se hacía añicos dentro de su pecho.
Uy pobre Cordelia, te mando un abrazo y te me cuidas
ResponderEliminarHola Citu.
EliminarEs lo más triste de un amor no correspondido. Alguien acaba sufriendo.
Un fuerte abrazo, amiga.
Cuídate.