miércoles, 2 de julio de 2014

FRAGMENTO DE "ME OLVIDÉ DE OLVIDARTE"

Hola a todos.
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de mi novela Me olvidé de olvidarte.
En esta ocasión, nos centraremos en la vida de Cordelia y de Dillon como matrimonio.
Cordelia habla de su nueva vida con una de sus tías.

                                 Cordelia acudió a visitar a su tía Sophie. De sus dos tías, Cordelia se sentía más unida a Sophie. Tenía más confianza con ella que con su tía Elinor o con su madre.
                                Dieron cuenta de una taza de té en el salón de tía Sophie.
-Te sienta muy bien la vida de casada-aduló la mujer-Te veo más guapa. Más alegre...
                               Cordelia sonrió con timidez. Había pasado un mes desde que huyó a Gretna Green con Dillon.
                               Su madre y su padrastro tuvieron que resignarse cuando se dieron cuenta de que el matrimonio se había celebrado.
-Lord Cleveland quiere introducir a Dillon en su círculo social-le contó a su tía.
                              Lo va a tener muy difícil, pensó tía Sophie. Lord Cleveland había intentado introducir a su hermana en su mundo. Sin embargo, la alta sociedad la había rechazado. Desde que se quedó viuda, tía Sophie vivía sola. Agradecía las visitas que le hacían sus hermanas. Pero sentía que la ambición había destrozado sus vidas.
-Eres la única que puedes continuar con nuestra familia-afirmó tía Sophie-Quédate embarazada y ten un hijo. Pero asegúrate de que sea de tu marido. No quiero ser motivo nunca más de murmuraciones. Me siento muy vieja. Y tú eres todavía muy joven.
                            Cordelia se ruborizó al escuchar aquellas palabras. Por supuesto que había pensado en tener hijos con Dillon. Su mayor deseo cuando se casó con él era tener un hijo suyo. El problema era lo que debía de hacer para quedarse embarazada. Aquella parte de su matrimonio era la que menos soportaba. Se veía obligada a yacer con su marido una vez a la semana.
                            Dillon percibía la lejanía con la que lo recibía su esposa. Su frialdad...
-A ti te preocupa algo-observó tía Sophie.
                            Cordelia guardó silencio. No se atrevía a hablar de aquel tema con su madre.
                            Tampoco se atrevía a mencionárselo a tía Elinor. Estaba soltera.
                            Pero tía Sophie no era su madre. Y, además, había estado casada.
-¿Es preciso que lo haga?-le preguntó a su tía-Acostarme con Dillon. Dejar que se ponga encima de mí. Y que...
-Es la única manera que existe de que te quedes embarazada-respondió tía Sophie-¡Por el amor de Dios, Cordelia! No me irás a decir que tú creías que los niños los traía la cigüeña desde París. ¿Verdad?
-No...
                                 Cordelia se ruborizó. Tía Sophie soltó un resoplido sonoro.
                                 Era obvio que la educación sexual que había recibido su sobrina había sido prácticamente nula. Supuso que su madre le habría explicado algo vagamente después de encontrarla en Gretna Green casada con Dillon, pero sin consumar el matrimonio.
                                 Sospechaba lo que le pasaba a Cordelia. Su sobrina estaba enamorada de su marido. Pero le causaba cierto temor yacer con él. No era la primera joven que se enfrentaba a una situación similar. Tía Sophie tuvo la desagradable sensación de que el matrimonio de Cordelia podía terminar siendo un completo fracaso.
                                Por ese motivo, decidió ayudarla.
-Tu marido no es ningún desconocido-le recordó-Es el hombre con el que has elegido estar libremente. Nadie te lo ha impuesto. Tú decidiste permanecer a su lado cuando os encontraron en Gretna Green. Pudiste haberlo abandonado. Y no lo hiciste.
-Yo amo a Dillon, tía Sophie-afirmó Cordelia.
-Entonces, no tienes que tenerle miedo. Sois jóvenes. Queréis tener hijos. Ya sabes lo que tienes que hacer. No es tan malo.
-Madre me contó que era muy desagradable.
-Es bastante desagradable, sí. Pero Dillon nunca te haría daño. Sabe cómo tratarte. Tan sólo tienes que abrirte de piernas. Dillon descargará rápidamente. Unos pocos abrazos...Unos pocos besos...Y ya está. Habrá terminado. Piensa en otra cosa. Reza. Y habrá pasado todo muy deprisa.
-Sí...
                               Las mejillas de Cordelia se habían encendido de manera violenta. Le daba mucha vergüenza hablar de aquel tema tan íntimo. Una vez a la semana, Dillon acudía a su habitación. El resto de la semana, dormían en habitaciones separadas. Su marido tenía una paciencia infinita con ella. Era consciente de su inexperiencia. Quería ayudarla, pero Cordelia no quería su ayuda.



-Te haré caso-le prometió a su tía.
-Eso espero-aseveró tía Sophie-No quiero meterte el miedo en el cuerpo, cariño.
-Lo he visto en los matrimonios que son amigos de mi madre y de lord Cleveland. Llevan vidas separadas. Ellas se pasan toda la vida encerradas en sus casas solariegas. Y ellos no salen de los burdeles más depravados de Londres. Me da mucho asco. Quiero pensar que Dillon no me haría eso. Que me ama de verdad.
                              Cordelia se puso de pie. Le aterraba la idea de perder a su marido. Pero le asqueaba pensar que tendría que yacer con él. Su cabeza no dejaba de dar vueltas.
                        Estaba el tema de los hijos. El duque necesitaba un heredero.
                        Lady Marcelline no había podido darle un hijo. Lord Cleveland quería nombrar como heredero al hijo de Cordelia.
                        Pero el niño en cuestión todavía no había sido engendrado. Cordelia ansiaba ser madre.
                       Tenía la sensación de que una parte de Dillon estaba lejos de ella. A veces, Cordelia imaginaba que echaba de menos a Samantha. Y las criadas murmuraban que Dillon mencionaba un nombre que no era el de su primera esposa.
                       Un niño le ataría a ella. Cordelia deseaba a Dillon sólo para ella.

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